La que parecía que iba a ser una historia de amor, resultó ser una novela sobre la amistad, sobre una amistad limpia que unió a Leonardo Soto y Anita Reina de Córdoba más allá del tiempo y del espacio. Él, un escritor de éxito al que el destino le puso en el camino a Soledad una y otra vez, entre recuerdos de infancia, canciones de Jacques Brel y pies descalzos. Y ella, Anita, que se embarcará en un viaje maravilloso a Sri Lanka, un país donde buscará a gente con la tez morena y los ojos de color aceituna, un paraíso de playas y templos con dos décadas de conflicto armado a sus espaldas, una guerra ciega que tan desapercibida ha pasado a los ojos del mundo. Y ambos, sin saberlo, se salvaron mutuamente del olvido.
Una novela que es un homenaje a dos ciudades: Madrid y Montpellier, y a todo un país, Sri Lanka, caótico, hermoso, desconocido. Una historia que hará vibrar las emociones del lector, luminosa, amable y cargada de melodías. La lágrima de la India no es sólo para leer, sino también para sentir, para sonreír. Con tres personajes coherentes, a veces controvertidos, a veces incomprendidos, pero siempre valientes. Una novela de viajes. De destinos y verdades. De vida. Y de amistad, sobre todo de amistad.
EL AUTOR
Ismael Cruceta nació en Móstoles en 1986, es Licenciado en Periodismo y Máster en Relaciones Internacionales Iberoamericanas por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Su formación se ha completado en ciudades como Barcelona, Londres o Montpellier, donde residió durante un año.
Ha trabajado en la Oficina de Coordinación Residente de la Organización de las Naciones Unidas en Bolivia y, además, ha colaborado en proyectos de Cooperación al Desarrollo en varios países de Sudamérica.
Ha sido redactor del semanario especializado en inmigración y Latinoamérica Sí Se Puede y ha colaborado en otros medios de comunicación, como Radio Sol XXI, El Boletín o Invertia.com, entre otros.
Su debut en el mundo de las letras llegó en 2009 con Luz de libertad, que comenzó a escribir cinco años antes. La lágrima de la India (Entrelíneas editores, 2012) es su segunda novela.
MI OPINIÓN
Hace unos meses tuve la oportunidad de
conocer a Ismael Cruceta en un encuentro bloguero y yo, que ya sabéis que
parece que vivo en otro mundo y en ocasiones no me entero de nada, ni conocía
su blog ni sabía que era escritor. Poco tiempo después, con ocasión de la Feria
del Libro de Madrid, uno de los muchos días que fui por allí dio la
casualidad que estaba firmando “La lágrima de la India” y me acerqué a
saludarle sin ninguna intención, he de decir la verdad, de comprar el libro ya
que había leído su sinopsis y no parecía una lectura que encajara en mis
gustos. Aun así finalmente terminé comprándolo para regalar y este verano,
cuando la persona a la que lo regalé me dijo que le había encantado, me decidí
a leerlo yo también y me alegro mucho de haberlo hecho ya que está claro que
estaba equivocada con respecto al libro.
Ismael Cruceta |
Ismael nos presenta un argumento sencillo,
pero lleno de fuerza y dulzura a partes iguales. Tres son los protagonistas:
Anita, Leonardo y Soledad. Siendo los dos primeros los que destilan
carisma, probablemente porque están mucho más perfilados que Soledad a la cual
no he terminado de entender ya que su perfil queda muy difuminado, no llegamos en ningún
momento a conocer su realidad. Es un personaje complicado, con una gran lucha
interior que el autor nos deja intuir pero en la que no profundiza por lo que
me he quedado con ganas de saber un poco más.
La novela comienza con el triunfo del PSOE en
las elecciones de 1982. Leonardo, siendo niño, ve por primera vez a Soledad esa misma noche en que Felipe González llega al gobierno. A partir de ese
momento el destino y las casualidades harán que se crucen en varias ocasiones (memorable el momento en el que sus coches paran en paralelo mientras los dos escuchan "Ne me quitte pas" de Jacques Brel) hasta que sea Anita la encargada de presentarlos formalmente. Y es que Anita y
Leonardo son amigos desde que ambos eran muy jóvenes y desde entonces han
compartido aventuras y desventuras, alegrías y penas, viajes, juergas,
borracheras… Y aunque cada uno tiene su vida muy distinta de la del otro, nada
ha conseguido nunca abrir una brecha en su férrea amistad, ni siquiera la distancia que se impondrá entre ellos y que no hará otra cosa que reforzar sus lazos.
Y es que es un libro que habla de muchas
cosas, de amor, de lucha por la vida, de esperanza, pero, sobre todo, es un
libro que habla del valor de la amistad siempre a través de una prosa sencilla,
cuidada y tan fluida que cuando vienes a darte cuenta has leído un montón de
páginas y te encuentras totalmente atrapada. Uno de esos libros en los que casi
destaca más cómo se cuenta que lo que se cuenta en sí mismo y es que Ismael
Cruceta derrocha sensibilidad a la hora de escribir y de transmitir emociones.
Combinando la narración y el género
epistolar, al que soy muy aficionada, será a través de las cartas que Anita
envía a Leonardo donde encontraremos uno de los aspectos más destacables de la
novela como son las fantásticas descripciones de Sri Lanka. Ismael Cruceta
consigue con ellas una ambientación impecable que hará que nos paseemos por el exótico país y que respiremos la paz
y serenidad de los templos budistas, disfrutemos de sus paisajes, los cuales
parecerá que estamos viendo con nuestros propios ojos, y saboreemos su especiada comida.
Una novela que te hará reír en más de una
ocasión, pero que sobre todo te emocionará y te hará reflexionar hasta llegar a
un final sorprendente cargado de significado.
Un canto a la amistad, a la esperanza y a las ganas de vivir por muy mal
dadas que vengan las cosas en la vida. Y un autor al que sin duda volveré a
leer.