Esta primera novela de Delphine de Vigan, publicada en el año 2001 con el seudónimo de Lou Delvig por razones familiares, cuenta la historia de una joven anoréxica de diecinueve años. El relato que Laure hace en su diario de un cuerpo al borde de la muerte es verosímil y perturbador. Desde las primeras líneas de la novela el lector acompaña a la joven a través de su recuperación y de su aprendizaje: volver a comer pero, ante todo, volver a sentirse poseedora de un cuerpo susceptible de despertar el deseo del otro. Esta novela de trama mínima es en realidad una poderosa bildungsroman, un despertar a la vida y al amor, aunque el viaje de su protagonista es interior y se desarrolla entre las cuatro paredes de un hospital.
LA AUTORA
Delphine de Vigan es una autora francesa. Su novela "No y yo" recibió el Premio de los libreros y fue llevada a la pantalla por Zabou Breitman. "Las horas subterráneas" (2009), con una gran acogida crítica y muchos lectores, figuró en la lista de obras seleccionadas para el Premio Goncourt y obtuvo el Premio de los lectores de Córcega. "Nada se opone a la noche" ha obtenido numerosos premios entre ellos el Premio de novela FNAC y el Gran Premio de las Lectoras de Elle. Ha tenido un éxito arrollador en Francia, donde ha superado el medio millón de ejemplares y ha estado durante muchos meses en el ranking de las novelas más vendidas. Y es, además, la novela con la que descubrí a esta autora y la que me animó a leer todas las que aparecen aquí nombradas. Podéis leer las reseñas pinchando sobre los títulos.
MI OPINIÓN
Anagrama,
tras el éxito de “Nada se opone a la noche”, nos trajo en septiembre
del año pasado la que fue la primera novela de Delphine de Vigan. Normalmente me gusta leer a los autores desde sus inicios y no
recorrer el camino inverso pero en este caso no ha podido ser así y aunque este
libro no ha llegado a emocionarme tan profundamente como lo hizo aquel otro libro
sí puedo decir que esta autora tiene, desde sus inicios, una facilidad
asombrosa para desnudar almas sobre el papel y llegar al corazón de los lectores.
Estamos ante un
libro tan breve como intenso. Con un marcado carácter autobiográfico, motivo
por el cual se ocultó bajo seudónimo a petición de su padre, la
autora no sólo nos va a hablar de la anorexia como enfermedad, de sus estragos
físicos y de su complicada y lenta recuperación sino que realizará un
autoanálisis de su vida, con todo su sufrimiento, su soledad, su
incapacidad de amar hasta desembocar en una enfermedad tras la que se esconden graves problemas
previos y no sólo los físicos que de ella se derivan por lo que Laure durante
su recuperación nos hablará de su familia, de sus carencias y de sus temores.
Laure
tiene 19 años. Mide un metro setenta y cinco. Pesa treinta y seis kilos. Laure
siente que la muerte late en su estómago. Su cuerpo pide comida y su corazón
pide amor. Pero no es hasta que el frío se instala en su cuerpo, un frío que traspasa las páginas y que para Laure es el preludio de la muerte, que decide ingresar en un hospital parisiense. Allí, en la planta 12 para pacientes con trastornos alimentarios, se desarrolla esta novela a través de cuyas páginas asistimos al proceso de recuperación no sólo
físico sino principalmente mental. Asistimos también a los retrocesos llenos de
miedo, porque para Laure el hecho de decidir no comer hace que sienta que tiene el control
sobre sí misma y ahora está perdiendo ese control mientras aprende de nuevo a
comer. La autora nos plantea la anorexia como una forma de huir de todos los problemas más allá de una enfermedad por razones puramente estéticas.
Delphine de Vigan |
En este contexto hospitalario la autora, además de la enfermedad en sí misma, tratará dos temas muy interesantes. Por un lado, el compañerismo entre pacientes que día tras día comparten mucho más que un mismo espacio, comparten dolor, comparten miedo y que para Laure se convierten en un sustituto de su familia. Y, por otro lado, la relación de transferencia que puede darse entre paciente y facultativo, más aún cuando hablamos de trastornos con un importante trasfondo psicológico.
Y todo esto nos lo cuenta la autora con un estilo muy depurado y sencillo, desnudo, sin estridencias.
Con una prosa que no puede ser más escueta y sobria al tratar un tema con el que facilmente podría haber caído en autocompasiones, sentimentalismos y dramatismos varios, esos que yo no soporto en los libros, esos que van destinados a arrancar la lagrimita fácil en el lector. Pero Delphine de Vigan no necesita nada de eso para emocionarnos, se vale simple y llanamente de la sinceridad y del análisis que sólo se consigue hacer cuando se toma distancia de las cosas a pesar de ser una vivencia en primera persona. Para ello, la autora utiliza en el libro la tercera persona a la hora de la narración, salvo contadas ocasiones en las que pasa a la primera persona.
Un libro sobrecogedor que es complemento
imprescindible para todos aquellos que ya hemos leído “Nada se opone a la
noche”, donde la autora se centraba en la figura de su madre, Cecile, aunque
dejaba pinceladas sobre el carácter del padre, al cual conoceremos un poco más
en este libro, donde hallaremos respuesta a las dudas que sobre él nos quedaron con la anterior lectura.
Una novela que reafirma a Delphine de Vigan como una de mis autoras de referencia. Una novela que avanza y crece conforme avanza la recuperación de Laure, a la que paso a paso veremos renacer. Una
novela llena de dolor, dura y conmovedora pero también una novela de esperanza y un canto a la vida. Este libro es el retrato de un cuerpo que se vacía de sí mismo para después volver a llenarlo con todo aquello que un día no tuvo o quizá tuvo y no supo ver. Un cuerpo, una mente, un alma, que tiene que aprender a vivir de nuevo.
Ficha técnica
Título: Días sin hambre
Autora: Delphine de Vigan
Editorial: Anagrama
Traductor: Javier Albiñana
Nº de páginas: 167
ISBN: 9788433978721