GOLEM
Parte de nada, apartado.
Un todo de parte a parte.
Nacido sin cordón umbilical, malparido,
sin sangre en las venas, sin sentido.
Abandonado en la tez de la tormenta
que es, a su vez, ceniza y placentera placenta.
Partiendo sin rumbo, repartido.
La carta en el descarte.
Neonato sin madre ni matrona,
sin leche materna, sin sitio en la trona.
Acunado en la vejez de un somnoliento acertijo,
esperando ser devorado como Saturno a su hijo.
Miembro sin grupo, desmembrado.
Ojo por ojo y Marte por Marte.
Así nací y morí en el mismo instante,
así voy y vengo, y vengo a llevarte.
Así alimentaré mi arcilla con tu carne,
así renazco de tu propia sangre.
Diente por diente, desdentado.
Arte por arte.
Consummatum est. Con este
contundente título se despide Versos, canciones y trocitos de carne. Cuando en
otoño de 2013 decidí leer
Memento mori realmente no sabía dónde me estaba
metiendo. Yo no suelo leer novela negra y, por encima de todo, huyo de sagas y similares y no, no sabía que aquella novela era el comienzo de la trilogía que
tantas horas de sueño me robaría y que tanto recomendaría a todo aquel que preguntase
qué libro leer y a quien no preguntase, también. El artífice de todo esto tiene
un nombre y no es otro que César Pérez Gellida, de su biografía poco o nada os
voy a contar porque ya lo he hecho en reseñas anteriores y él mismo os lo
cuenta en su
web.
Siempre he destacado el dibujo de
los personajes como uno de los elementos que más valoraba en las anteriores
novelas y en esta tercera entrega no podía ser de otra forma. Algunos nos
abandonaron por el camino, pero vinieron otros como Ólafur Olafsson, comisario islandés con sus propios demonios pero no exento de un toque de dulzura. Con
este guiño a la novela negra nórdica el autor nos ofrece el tándem perfecto para
el inspector Sancho y nos regala un personaje que va creciendo a lo largo de la
novela hasta ganarse, en pocas páginas y por méritos propios, un lugar
preferente entre esos personajes de los que no te quieres separar.
Si miramos al Ramiro Sancho de
Memento mori nos costaría mucho reconocer al hombre obsesionado con dar caza a
Augusto Ledesma en Consummatum est. El inspector Sancho ha cambiado, el bagaje anterior le
ha pasado factura, ya nunca podrá volver a ser el mismo, pero los lectores lo
hemos vivido todo con él y aún reconocemos sus señas de identidad, aquellas que
nos hacen sentirlo como una persona de carne y hueso. Hoy bebe más, hoy tiene
heridas que tardarán en cicatrizar, hoy clama venganza, pero sigue siendo el
poli honesto, buen jefe y mejor compañero que un día conocimos.
Augusto Ledesma es tan
inteligente como cruel, pero adentrarnos en su mente nos deparará más de una
sorpresa, no porque no conozcamos su pasado, sino por la fuerza con la que el
autor consigue traernos determinadas imágenes a través de las palabras. Serán
los momentos en los que Augusto recuerde su infancia los que nos pondrán a
prueba si, como es mi caso, consiguen emocionarte y conmocionarte hasta el
punto de sentir ¿compasión? por un asesino en serie. Utilizo las
interrogaciones en la palabra compasión porque probablemente no sea el término más
adecuado pero la pregunta ¿todo esto pudo evitarse o somos puro neurodeterminismo?
ha rondado por mi cabeza a lo largo de muchas páginas.
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César Pérez Gellida |
La evolución de los personajes ha
corrido paralela a la evolución del autor, con una prosa cada vez más decidida
y controlada, contundente, un lenguaje cuidadosamente escogido pero muy
accesible y un estilo propio inconfundible. César no se ha relajado en el
tercer libro y nos sorprende aún más si cabe no dándonos ningún momento de
respiro porque Consummatum est es un
libro que se devora, que te asfixia y que a mí ha llegado a emocionarme.
En esta entrega los escenarios
dejan de tener tanta importancia como en sus predecesoras y desaparece la carga
histórica de
Dies irae. El autor nos ofrece ahora una novela con dos primeros tercios donde
prima la acción y en los que, con un ritmo frenético, recorreremos diversas ciudades europeas
tras un Augusto Ledesma empeñado en sembrar Europa de cadáveres al ritmo de Rammstein, al tiempo que nos ilustra con nuevos poemas que han ganado en fuerza y crueldad
y de los que se nos ofrece un magnífico compendio al final del libro.
Tras este sangriento periplo
cerraremos el círculo y regresaremos al punto de partida, Valladolid. Allí, envueltos
en la persistente niebla que parece atraparnos, comenzará un
thriller psicológico en el que la acción deja paso a los personajes. Llegado
este punto la novela se apodera aún más si cabe del lector y a través de un duelo que
nos dejará sin respiración entraremos en la mente de nuestro sociópata favorito
y, como os decía antes, más de uno nos preguntaremos cómo se habría podido
ayudar a Augusto Ledesma y evitar tanto horror y dolor.
Los giros se suceden a lo largo
de unas páginas que nos depararán más de una sorpresa, alguna ya sembrada con
anterioridad aunque no supiéramos verla, pero sin recurrir nunca ni a las trampas ni a los golpes de efecto inverosímiles,
ese recurso facilón que tan poco dice del buen hacer literario de algunos
autores y al que César Pérez Gellida no necesita recurrir ya que su
talento y la firmeza de su pluma son bazas más que suficientes para dotar a
toda la trilogía de tres elementos para mí fundamentales en cualquier obra:
entretenimiento, calidad literaria y capacidad para generarnos preguntas. ¿Quién pide más?
Consummatum est. Todo se acabó. Y
así es. Hemos completado un círculo. Sin fisuras. Un cierre honesto con los
personajes y con los lectores. Un final lleno de tensión y sobresaltos, con su
dosis justa de emotividad. Después de cientos de páginas, combinando elementos
tan dispares como crímenes, música y literatura, hemos regresado al inicio y el
autor, con un desenlace soberbio, cierra una trilogía que no ha hecho nada más que
crecer desde sus comienzos.
Versos, canciones y trocitos de
carne: Memento mori. Dies irae. Consummatum est. Los que habitualmente pasáis
por aquí sabéis que soy un poco fetichista con los títulos. Los leo todos
juntos y me dejo atrapar, me sigue costando poner punto y final para despedirme
de ellos. Sé que me queda mucho por leer y sé que conoceré a otros personajes
que me conquistarán, pero también sé que encontraré pocos como estos de los que
me despedí hace unos días.
¿Has leído ya la trilogía? ¿No? Pues como diría
Augusto:
¡Que empiece el viaje ya!
Gracias a Suma de Letras por el ejemplar y a César por la dedicatoria y por no olvidarse de sus lectores, entre ellos la que os escribe, en los agradecimientos finales.
Reto 25 españoles
Cruce de caminos negro y criminal
Ficha técnica
Título: Consummatum est
Autor: César Pérez Gellida
Editorial: Suma de Letras
Nº de páginas: 677
ISBN: 9788483656402