Cómo disfruté
durante el verano de 2015 de la lectura de Cuando estábamos vivos, una novela
intensa y emocionante en la que Mercedes de Vega aunaba su historia familiar y
la ficción, así que cuando supe de su nueva novela, y aun sin conocer que
retomaba de nuevo a los personajes de entonces y sus descendientes, no dudé en ningún momento que la leería. Hoy os hablo de Todas las familias felices.
Mi opinión
El 21 de
diciembre de 1970, Tomás Anglada, un hombre felizmente casado con Rosa y padre
de una niña pequeña, Teresa, salió de su casa con destino a Milmarcos en busca de sus raíces y nunca
volvió. Criado en un hospicio regentado por monjas, donde fue abandonado en
plena guerra civil, nunca ha tenido especial interés en conocer quién fue su
familia, pero algo ha cambiado y se dispone a remover el pasado. Otra línea
argumental nos llevará hasta 2003 donde Teresa Anglada, aquella niña que apenas
conoció a su padre y que ha vivido desde entonces con el peso de la ausencia, tiene que afrontar la desaparición de su pequeña Jimena
durante una visita al Museo Reina Sofía justo un 21 de diciembre treinta y tres
años después de que su padre se esfumara sin dejar rastro. De forma residual la
historia también retrocederá hasta los años 30 para ofrecernos una imagen
completa de cómo comenzó una tragedia familiar que ya iniciado el siglo XXI
continúa dando coletazos.
Mercedes de Vega
ha vuelto a conquistarme con una historia apasionante llena de secretos y
conflictos que se desarrolla con un ritmo pausado pero constante. La historia
de una familia marcada por la tragedia desde varias generaciones atrás es el
sostén de una novela cuyos temas principales son el peso del pasado y la
búsqueda de la propia identidad, todo ello aderezado con grandes dosis de
intriga y con la introducción de un elemento sobrenatural muy bien llevado e
integrado en la trama. Todo ello con un estilo evocador y una prosa elegante, si bien debo decir que la novela necesita una corrección de fallos y
errores de distinto tipo que espero sean subsanados en ediciones posteriores a
la que yo he leído.
Con pequeñas,
pero importantes, intervenciones directas o a través de los recuerdos, la
autora retoma a algunos de los personajes de Cuando estábamos vivos y nos
presenta, además, a sus descendientes, auténticos protagonistas de esta novela
en la que de nuevo se aprecia el mimo y cuidado con el que han sido construidos
unos personajes llenos de fuerza y vitalidad, intensos en sus emociones y
firmes en su determinación. Son ellos los que, junto a una historia familiar y
vital intensa y apasionante, hacen de Todas las familias felices una novela cuya
lectura ha sido muy satisfactoria. Mención aparte merece el actual Museo Reina
Sofía, antiguo Hospital Real de San Carlos, que se convierte en un personaje
más. Un edificio que cuenta con cientos de leyendas y misterios de los que la
autora se aprovecha para dar pie a ese elemento sobrenatural del que antes os
hablaba.
Todas las
familias felices es una novela que pone de relieve no solo el peso del pasado, sino también la importancia de los
lugares, cómo forman parte de nuestra vida y cómo influyen en ella. De este
modo, no solo el Museo Reina Sofía ocupa un lugar destacado en la novela, sino
que otros lugares como El Templo de Debod, el monumento más antiguo de Madrid
reconstruido piedra a piedra en el espacio donde se ubicó el Cuartel de la
Montaña, y la Ciudad Lineal de principios del siglo XX, son ubicaciones de gran
importancia e influencia en la vida de los personajes. Lugares reconocibles por
muchos de nosotros que la autora recrea con acierto consiguiendo que nos
traslademos hasta ellos a través de la palabra escrita.
En definitiva,
he disfrutado con la lectura de Todas las familias felices y es que las novelas
con secretos familiares, tragedias e intrigas y personajes potentes nunca
fallan conmigo. Una novela que junto con Cuando estábamos vivos conforma una
intensa saga familiar que recorre la historia del siglo XX y con la que la
autora recupera parte de su historia familiar para, a partir de algunos hechos
reales, ficcionar la trama principal de ambas novelas.