“Música
para feos” fue el regalo que este año me hizo mi hijo para el día de la madre.
Parece que continúa escuchándome cuando hablo, aunque en esta ocasión
me consta que necesitó un poco de ayuda de mi hermana para decidirse por la
compra. Debo decir que he leído muy poco de Lorenzo Silva y la verdad es que no
me explicó la razón si tenemos en cuenta que cuando leí, hace unos años ya, “La
flaqueza del bolchevique” quedé absolutamente fascinada por la prosa de este
autor. A pesar de ello, no fue hasta el año pasado cuando me decidí a conocer a
su famosa pareja de guardias civiles, pero de nuevo leí la primera entrega y no
continué. “Música para feos” me llamó la atención desde el primer momento y eso
que no ayudaba que se tratara de una historia de amor, ya sabéis que
normalmente no conecto con ellas, pero había algo en ese título, en esa
portada, que me llamaba poderosamente. Hoy os traigo mis impresiones.
SINOPSIS
Mónica
y Ramón se conocen por azar, en un local nocturno, en el que ninguno de los dos
pinta gran cosa. A veces, las historias comienzan así. Mónica y Ramón no han
tenido mucha suerte en la vida, ni les quedan demasiadas esperanzas de tenerla
alguna vez. Mónica es una periodista al borde de los treinta que subsiste con
un subempleo que detesta. Ramón, mediados los cuarenta, se obstina en ser un
misterio: no desvela a qué se dedica. Podrían no haberse vuelto a ver nunca,
pero una semana después se reencuentran y la cosa ya no tiene remedio: la
música que se les negaba empieza a sonar. Tiempo después, Mónica lo recuerda.
En sus propias palabras: “Lo único limpio y hermoso que de veras he tenido”
EL
AUTOR
Lorenzo
Silva (Madrid, 1966) ha escrito, entre otras, las novelas La flaqueza del
bolchevique (finalista del Premio Nadal 1997), Noviembre sin violetas, La
sustancia interior, El urinario, El ángel oculto, El nombre de los nuestros,
Carta blanca (Premio Primavera 2004), Niños feroces y la Trilogía de Getafe,
compuesta por Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia, El cazador del
desierto y La lluvia de París. Es autor del libro de relatos El déspota
adolescente y del libro de viajes Del Rif al Yebala. Viaje al sueño y la
pesadilla de Marruecos. En 2006 publicó junto a Luis Miguel Francisco Y al
final, la guerra, un libro-reportaje sobre la intervención de las tropas
españolas en Irak, en 2008 un ensayo sobre El Derecho en la obra de Kafka y en
2010 Sereno en el peligro. La aventura histórica de la Guardia Civil (Premio
Algaba de Ensayo). Además, es autor de la serie policíaca protagonizada por los
investigadores Bevilacqua y Chamorro, iniciada con El lejano país de los
estanques (Premio Ojo Crítico 1998) y a la que siguieron El alquimista
impaciente (Premio Nadal 2000), La niebla y la doncella, Nadie vale más que
otro, La reina sin espejo y La estrategia del agua.
MI
OPINIÓN
Es
difícil explicar cómo me he sentido con esta lectura porque, como bien dice la
faja del libro, esa que yo siempre uso como marcapáginas, “Música para feos”
es una historia de amor a contracorriente. Una historia de amor que
en sus inicios me fascinó porque el primer contacto entre Mónica y Ramón, sus
primeros pasos como una pareja que se acerca llena de temores, de esos miedos
iniciales que cualquiera sentiría cuando ya tiene un bagaje sentimental a sus
espaldas, me resultó tan realista que sentía como propio el desasosiego que
invade a Mónica y me parecía estar viviendo ese acercamiento con el que poco a
poco dos seres que hasta hace muy poco nada sabían el uno del
otro, van construyendo una relación basada en la complicidad y la
confianza que se va instalando entre ellos. Y todo ello a pesar de que Ramón
esté empeñado en mantener oculta su ocupación profesional.
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Lorenzo Silva |
Decía
que no resulta fácil explicar cómo me he sentido durante la lectura porque lo
cierto es que llegó un momento en el que me distancié de su relación. Justo
cuando la distancia física se impone entre ellos, que no la emocional, yo me
sentí salir un poco de esta historia que la propia protagonista, Mónica, nos
narra en primera persona. Y no deja de ser curioso porque desde el primer
momento me sentí muy cerca de ella, entendía cómo se sentía, entendía cómo
estaba viviendo un amor que nace y de pronto lo llena todo de tal forma que los
mismos colores grises de tu día a día parecen brillar ahora de una forma
especial, y no es porque ellos hayan cambiado, es porque ha cambiado tu mirada.
Pero en determinado momento no entendí alguna actitud en mi opinión demasiado dependiente y la historia de amor de Mónica y
Ramón dejó de resultarme tan natural y, a pesar de ello, quizá porque como me dijo
el propio autor hace unos días, aunque sea difícil, aunque se dé pocas veces,
aunque parezca increíble, hay historias en las que el amor llega así; quizá por eso el que yo
saliera de la historia, no ha impedido que haya disfrutado plenamente de este
maravilloso libro.
Lorenzo
Silva apuesta por una narradora femenina, una apuesta que se me antoja arriesgada ya que no siempre es fácil para un autor masculino meterse en la piel de una mujer para contarnos su historia
en primera persona. El autor gana la apuesta y nos regala a los lectores una protagonista, Mónica, con una voz coherente y convincente.
Y lo hace con una prosa exquisita porque “Música para feos” es uno de esos
libros que destilan sensibilidad, de esa que de vez en cuando se ve salpicada
por la acidez de la realidad, y que precisamente por ello logra poner palabras
a los sentimientos, a esa vorágine de felicidad y miedo que nos invade cuando
el amor llega. Y cuando no es fácil dar con la palabra que más se ajusta a lo
que se siente llega la música, esa música para feos que llena las páginas de
este libro con una banda sonora de lo más heterogénea con artistas como Tino
Casal, Franco Battiato, Amy Winehouse o Radiohead. Una banda sonora que puede
gustar más o menos, pero que sin duda no sólo es la adecuada al momento, sino
que es la necesaria para que el lector entre en el mundo que Mónica y Ramón han
construido y viva con ellos.
La
prosa de Lorenzo Silva es sencilla y directa y, al mismo tiempo, tan cuidada, que el resultado es elegante y armónico, resaltando esa increíble capacidad
para transmitir al lector las emociones de los protagonistas y dando como
resultado multitud de frases, de párrafos enteros, que se leen una y otra vez
mientras las palabras parecen envolverte hasta entrar dentro de ti y dejar una
huella indeleble en lo más hondo del lector. Y todo ello lo hace no sólo hablando
de amor porque el autor aprovecha esta historia para tocar otros temas,
especialmente los relacionados con las profesiones de los protagonistas, y para
hacer un emotivo homenaje a una profesión, que no os diré, de la que en
demasiadas ocasiones tenemos ideas preconcebidas que no siempre se ajustan a la
realidad.
“Música
para feos” es una novela para leer y degustar. Una novela para vivir y
disfrutar de la felicidad inesperada que nos proporciona el amor cuando llama a las puertas de nuestro corazón.
“La
felicidad es separarse y no tener miedo de no volver a verse, despedirse con un
beso rápido en el andén y luego viajar sentada en el vagón rumbo a la soledad
de tu casa, que desde que existe el otro, y desde que se produjo el encuentro,
ya no es una condena, sino otro lugar donde esperar, serena y confiada, la
oportunidad de recobrarlo todo, entero y sin menoscabo, mejor aún que en el comienzo, tan sólo una semana después, siete días que, para variar, tendrán uno por uno sentido."
(Pág. 72-73)