Todo el mundo me
recomendaba leer a Elia Barceló, cualquiera de sus publicaciones era digna de
elogio para los muchos lectores que me rodean y de cuyo criterio me fío. Y no
es que no tuviera ninguna de sus novelas, porque El secreto del orfebre fue uno
de mis regalos en mi último cumpleaños y espero que me perdone la querida amiga
que me lo regaló porque sigue esperando y se ha colado la novela de la que os
hablo hoy, Las largas sombras.
Mi opinión
En 2007 Rita
Moreno, famosa directora de cine afincada en Londres, vuelve a su ciudad de
origen treinta años después de su marcha. El reencuentro con sus amigas,
aquellas con las que en 1974 disfrutó
del que iba a ser el viaje de su vida a Mallorca una vez terminados sus
estudios en el instituto, hace que un secreto compartido por todas ellas se
instale de nuevo en sus vidas con una fuerza renovada porque en aquel viaje sucedió algo de lo que
nunca han vuelto a hablar, algo que las marcó para siempre.
Un secreto del
pasado por desvelar y una misteriosa muerte disfrazada de suicidio son los dos
elementos con los que Elia Barceló engancha al lector desde las primeras
páginas para seguir conquistándolo gracias a una ambientación exquisita con la
que trasladarnos a 1974 para en el capítulo siguiente volver a 2007, y una prosa cuidada y elegante que termina de
conquistarte cuando las emociones y el lado más intimista de los personajes
toma el mando. Además, la autora demuestra un dominio de la tensión
narrativa dosificando los giros y guardándose más de una sorpresa para el
momento más inesperado.
Siete mujeres
son las protagonistas de esta novela, y a través de ellas Elia Barceló realiza un retrato del papel de la mujer en aquella
España que se acercaba al final de la dictadura. Siete personajes dibujados
en general con acierto y en algún caso con brillantez, como es el caso de Candela,
por la que tengo que confesar mi debilidad absoluta siendo un personaje que me
ha conquistado de principio a fin. A todas ellas las sentiremos como personas
reales y aunque probablemente sea Rita, que actúa como eje en torno al que
articular la narración, la que más me ha costado sentir natural y cercana, la
autora realiza un buen trabajo trazando
sus perfiles y profundizando en su psicología al tiempo que realiza un
ejercicio introspectivo que se ve favorecido por la alternancia entre la
narración del tiempo presente con lo acontecido en aquel lejano 1974, aquel
tiempo en el que toda la vida estaba por hacer y aún era un sueño por cumplir,
aquel tiempo en el que las ilusiones permanecían intactas.
A pesar de no
tener un punto de partida original, el grupo de amigos que vuelve a encontrarse
años después, ya en plena madurez, es un recurso muy utilizado tanto en
literatura como en cine, lo cierto es que en Las largas sombras funciona desde
el primer momento. Además, yo que me enorgullezco de seguir manteniendo una
estrechísima relación con mis amigas del colegio, es un tema que siempre me
atrae, tanto por el homenaje a la amistad que suele conllevar, como por la nostalgia de un tiempo que todos, en
mayor o menor medida, hemos vivido intensamente y no es que crea a pies
juntillas eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor, porque en todo hubo
momentos buenos y momentos que preferiríamos olvidar, pero lo cierto es que hoy
somos los adultos que se labraron en nuestra infancia y adolescencia y ese es
el tema principal de esta novela junto a la
idea de que el pasado siempre nos acecha y condiciona y, ante una mala
decisión, son muchas las distintas formas, y todas válidas, de seguir adelante tal
y como nos demuestran estas siete amigas. Pero no son estos los únicos temas
importantes que trata Las largas sombras, una
novela que no se anda con paños calientes a la hora de hablarnos de pederastia,
adulterio, homosexualidad y malos tratos.
En definitiva,
Las largas sombras es una novela muy bien escrita, con unos buenos personajes y
una trama bien armada y resuelta llena de misterio y emociones. Una lectura que
seguro disfrutará cualquier tipo de lector.