Pocas páginas le
bastan a Ramón Palomar para atrapar al lector con Sesenta kilos y meterle de
lleno en el lumpen patrio de los bajos fondos, la droga y la prostitución con
una historia que se aleja de la clásica investigación policial a la que nos tiene
acostumbrados el género negro.
Charli, encargado
junto con el Nene, de recoger y trasladar sesenta kilos de cocaína de gran
pureza desde Oporto hasta Valencia, decide robarla. Comienza así una road
movie hispana en la que se dan cita un amplio elenco de personajes sádicos
y brutales. Camellos de poca monta, dueños de prostíbulos y prostitutas, clanes
gitanos, exlegionarios… y todo un catálogo de seres marginales que
continuamente cruzan líneas hasta puntos de los que es imposible volver. Toda una huida hacia delante en la búsqueda de ser alguien a cualquier precio.
Una sucesión
de perdedores en la que cada nuevo personaje incorporado añade una dosis más de
sordidez y amoralidad y va volviendo más compleja una historia salpicada de
giros hasta desembocar en un desenlace apoteósico para una trama bien hilvanada que cuenta con momentos sublimes y en la que el autor huye de moralina alguna.
Una novela
violenta y cruda que Ramón Palomar aborda con un estilo personal en el que a
través del desenfado hace alarde de una eficiencia narrativa que no deja de
sorprender tratándose de una primera novela. Una estructura en capítulos cortos
en los que se alternan distintos y variados escenarios para recorrer Valencia,
Oporto, Madrid, Tarifa y Tánger en una carrera tan trepidante como visual, con ritmo
de auténtico vértigo para una historia dura y muy negra que no da lugar a
concesión alguna y que a cada página recuerda el desenfreno de alguna
película de Tarantino.
En Sesenta
kilos el alarde de violencia gratuita parece mofarse de los lugares comunes
del género negro en el que el típico investigador torturado por sus
problemas personales emprende una investigación policial. Aquí los
protagonistas son los antihéroes huyendo de su destino y buscando un sueño
fuera de su alcance. Y son protagonistas aquellos que sin escrúpulo ni respeto alguno
por la vida persiguen cortar sus alas.
Me recuerda alguna de las mejores novelas de Alexis Ravelo. Género negro en estado puro. Tomo nota porque no tenía ni idea del autor.
ResponderEliminarUn beso.
No me sonaba de nada y pinta bastante bien. No me animo por ahora porque tengo mucho pendiente del género, pero me la apunto para más adelante.
ResponderEliminarBesotes!!!
Ostras, este sí que me atrae. Anotadísimo me lo llevo.
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