30 de enero de 2016

Encuentro con Alejandro Palomas

Hace unos días tuve la oportunidad, gracias a Ediciones Destino, de asistir a un encuentro con Alejandro Palomas. Como en otras ocasiones el lugar elegido fue el Hotel de Las Letras que con su ambiente relajado y sus comodísimos sofás se presta de maravilla a este tipo de encuentros. Si, además, solo somos cuatro los asistentes mejor que mejor porque, como suele suceder, el evento se convierte en esa charla entre amigos en la que surgen todo tipo de cuestiones, en las que se habla de todo y, claro está, mucho de libros, de blogs, de autores, de editoriales…

Yo aún no había terminado de leer “Un perro”, la última novela de Alejandro, de hecho lo había comenzado hacía muy poco, pero ya sabía que, como en otras ocasiones, sería una lectura de las que se quedan dentro de mí. Una lectura de las que vives porque el autor tiene esa capacidad tan increíble de meter al lector en sus novelas para que se sienta un protagonista más y consigue que sus lectores vivan y sientan las emociones que parecen campar a sus anchas por las páginas. Si para mí, como lectora, el desgaste emocional es tremendo, ¿cuánto desgasta al autor escribir así? “Muchísimo, muchisísimo” fue su contestación. Sobre todo teniendo en cuenta que Alejandro escribe en períodos de tiempo muy breves, tres meses en este caso, en los que vive y siente todo lo que escribe. En los que confiesa vivir, comer, dormir con sus personajes. En los que se siente habitado por ellos.

No podría contaros cómo es escuchar a Alejandro Palomas hablando de sus libros, hablando de su proceso creativo, del mundo que crea para él, el mundo que desea y no siempre tiene. Los libros de Alejandro Palomas son especiales porque él lo es y ahora que ya han pasado unos días desde que terminé “Un perro”, ahora que sigo echando de menos a esa familia que también es la mía, me reafirmó más aún en lo que le dije aquella tarde y es que deberíamos crear un género, ya que nos gusta tanto etiquetarlo todo, para los libros abrazables como lo son los suyos.

Alejandro nos contó que no puede vivir con drama, drama y drama, y por eso sus libros son así, como lo es él, ese torbellino que te arrastra y te lleva de la risa al llanto. Nos confesó también que no deja de sorprenderle cómo los lectores nos identificamos tanto con sus personajes, cómo nunca imaginó que eso pudiera suceder, que no es algo deliberado por su parte.

Hablamos también sobre cómo fue el proceso de edición de “Un perro”. Lo encantado y mimado que se ha sentido por la editorial, Destino. Para él ha sido una experiencia maravillosa, con un verdadero trabajo en equipo en el que le han dejado participar y opinar en todo: portada, contra, sinopsis… Cien por cien confianza es lo que ha marcado el trabajo con esta editorial con la que trabaja por primera vez.

Sus otros títulos no podían faltar en nuestra charla y rápidamente salió uno que recientemente ha sido reeditado, “El tiempo que nos une”, la primera novela que leí de Alejandro Palomas. La novela con la que me conquistó totalmente y por la que el autor confesó que mata. Después vendrían “Una madre” y “Un hijo”, con el que añadió un público distinto al que ya le leía. Y ahora “Un perro”. Para él era importante que “Una madre” y “Un perro”, a pesar de compartir protagonistas, fueran independientes, pero interdependientes. Que cualquiera pueda leer el segundo sin haber leído el primero. Que el lector de “Un perro” quiera leer “Una madre”, pero que si no lo hace no pase nada porque no tendrá la sensación de haberse perdido algo en la historia que nos cuentan.

Al autor, como nos sucede a los lectores, le cuesta despedirse de Amalia, de Fer, de Silvia, de Emma… Realmente nunca se despide de ellos. Inventa cosas para que siempre estén ahí y no le cabe duda de que, no sabe ni cómo ni cuándo, volverán a estar con nosotros. A nosotras también nos costó despedirnos de Alejandro Palomas, de hecho lo retuvimos más de la cuenta por lo que llegaría tarde a su siguiente cita, pero el tiempo pasó tan rápido y se quedaron tantas y tantas cosas por comentar…

29 de enero de 2016

El color de la maldad - Armando Rodera


Hace mucho tiempo que quería leer algo de Armando Rodera. Todas las reseñas que iba leyendo de sus novelas no hacían más que aumentar mis ganas, pero por unas cosas y otras nunca lo hacía hasta que hace unos meses aproveché una oferta de Kindle Flash y me hice con su primera novela. Hoy os hablo de “El color de la maldad”.



El inspector Bermejo, un policía de vuelta de todo que no pasa por su mejor momento, es requerido por sus superiores para investigar el posible secuestro de una pareja de jóvenes, desaparecidos tras una excursión de fin de semana. Bermejo tendrá que hacer de tripas corazón para involucrarse en un caso en el que, para colmo, estará acompañado por un bisoño guardia civil, el sargento Roncero.

La investigación les hará recorrer increíbles derroteros, hasta averiguar muy a su pesar que se hallan tras la huella de un calculador asesino en serie. Los crímenes se suceden uno tras otro en diferentes zonas del país, encontrándose con unos impactantes escenarios donde el psicópata les deja macabras pistas en los cadáveres al preparar sus sorprendentes recreaciones. Sólo el razonamiento lógico de Roncero, psicólogo de carrera, podrá entrever entonces el verdadero reto que el asesino les plantea en un duelo entre mentes privilegiadas.

Todos los medios son pocos si pretenden acabar con el salvaje ritual de muerte y destrucción, atrapando al monstruo antes de que cumpla su amenaza: terminar su maléfica serie de asesinatos buscando cerrar su particular círculo.

El color de la maldad es un inquietante thriller policíaco donde el eterno combate entre el bien y el mal sumirá al lector en una intensa vorágine que no podrá abandonar hasta el inesperado desenlace final.


El propio autor nos dice en su web: Nací en Madrid, en un caluroso día del verano de 1972. Desde muy pequeño siempre sentí una gran afición por la lectura, dejando a un lado las famosas colecciones de Los cinco, Los Hollister o Barco de Vapor para adentrarme sin miedo en las novelas de Julio Verne, Alejandro Dumas o Emilio Salgari. Durante los estudios primarios gané un concurso infantil de cuentos en mi colegio, pero nunca imaginé que, veinte años después, la escritura se convertiría no sólo en mi vocación tardía sino en el medio idóneo para expresarme y desarrollarme como persona.
En mi ciudad natal cursé estudios de Ingeniería Superior de Telecomunicaciones e Informática. Durante casi una década trabajé en el sector tecnológico hasta que hace cinco años decidí darle un giro radical a mi carrera profesional, buscando un empleo que me permitiera ganar en calidad de vida y sobre todo en tiempo para dedicarme a mi gran pasión: la literatura.



“El color de la maldad” tiene uno de esos inicios que te dejan inmediatamente pegada a sus páginas. La desaparición y brutal asesinato de una joven pareja a manos de un psicópata, que se intuye no ha hecho nada más que empezar a matar, atrapó inmediatamente mi atención. Nuestro asesino, que se autodenomina Jasón, se nos presenta como un perturbado a las órdenes de un desconocido amo. El autor perfila con detalle a un personaje que consigue poner al lector los pelos de punta.

Pero no solo conoceremos bien a Jasón, sino que el resto de personajes de la novela, el inspector Bermejo del Cuerpo Nacional de Policía, el sargento Roncero de la Guardia Civil y Miriam, periodista con cierta tendencia a meterse en líos siempre en busca de la noticia, se nos presentan como personajes de forma muy detallada por lo que rápidamente nos formaremos una imagen clara de cómo piensan y sienten.

Armando Rodera
A pesar de tratarse de una lectura entretenida, varios son los factores que han hecho que no disfrutara de la novela como esperaba. Por un lado hay aspectos de la trama, de los crímenes concretamente, que se basan en el azar por lo que nos encontramos con un asesino con muchísima suerte. Un asesino que busca un perfil determinado de víctima y que a menudo parece que se los va cruzando por la calle en un cúmulo de casualidades. Por otro lado, el autor abusa del exceso de información que llega a ser incluso repetitiva, como si dudara que el lector pudiera entender bien las cosas y se viera en la necesidad de explicar lo mismo una y otra vez. Y, en último lugar, los diálogos en general son artificiales y encorsetados y algunas situaciones muy forzadas lo que resta naturalidad a la narración. En cualquier caso, y tratándose de una primera novela, entiendo que son errores perdonables que a buen seguro el autor habrá corregido en obras posteriores.

Con un estilo sencillo y una prosa ágil la lectura avanza sin dificultad hasta llegar a un desenlace con un culpable que para mi gusto está un poco fuera de lugar. Nada, hasta el último momento, te hace sospechar. No es el típico desenlace que no has sido capaz de ver a pesar de tener todos los datos ahí. Siento no poder extenderme más en este aspecto, no quiero dar pistas a quienes no habéis leído el libro, pero creo que se entiende bien lo que quiero decir. 

En definitiva, “El color de la maldad” es una novela entretenida, sin más pretensiones, que yo no he disfrutado como esperaba por diversos motivos: una primera obra en la que, como es natural, falta algo de oficio; el hecho de tener ya como lectora un bagaje importante en novelas del mismo género, por lo que cada vez se exige más; y, no podían faltar, las altas expectativas con las que me enfrenté a la lectura.




27 de enero de 2016

La mujer del reloj - Álvaro Arbina


Hoy se publica “La mujer del reloj”, primera novela de Álvaro Arbina. Cuando el pasado mes de diciembre Ediciones B se puso en contacto conmigo para proponerme su lectura no tuve duda que podría gustarme mucho, según me iban contando cosas sobre ella, más me apetecía leerla y le hice un hueco nada más recibirla. No me equivocaba. Hoy os traigo mis impresiones.



Un thriller histórico ambientado en la guerra de Independencia contra Napoléon.

La mujer del reloj, una novela de carácter histórico, a caballo entre el thriller y el género policíaco, transcurre a lo largo de los cinco años que duró la guerra de la Independencia (1808-1813).

Describe la aventura que vivirá Julián de Aldecoa Giesler, un joven de dieciséis años que emprende un largo viaje por el país en guerra tras el rastro de su padre, quien, asesinado en extrañas circunstancias, no puede contarle el codiciado secreto que desde hace años protege su familia. Tales circunstancias atraerán al frío y calculador general francés Louis Le Duc, un hombre que esconde un terrible pasado lleno de odio y venganza. Empujado por su locura personal, perseguirá sin descanso al joven Julián. Este tratará de luchar contra las fuerzas que le amenazan en un intento por reemprender el camino hacia sus verdaderos sueños, los sueños de su padre.



Álvaro Arbina es un arquitecto nacido en Vitoria-Gasteiz, Álava. Actualmente colabora con una empresa de arquitectura y diseño. La mujer del reloj es su primera novela.


"La mujer del reloj" comienza con una huida a caballo a través del Camino Real. El jinete debe poner a buen recaudo unos importantes documentos y el tiempo apremia porque sus perseguidores están muy cerca. Lamentablemente nunca llegará a su destino y así, Julián Aldecoa Giesler, ya huérfano de madre, se quedará solo y desorientado mientras ve que a la par que su vida desmorona, lo hace también un país, el suyo, esa España en la que las tropas napoleónicas decían estar solo de paso camino a Portugal, pero el transcurso del tiempo y las cada vez mayores exigencias de los franceses parecen indicar todo lo contrario.

Es difícil destacar un aspecto por encima de otro en un libro que brilla en su documentación, en su ambientación, en la construcción y posterior evolución de sus personajes… Y es que desde el prólogo hasta la nota del autor Álvaro Arbina derrocha talento en “La mujer del reloj”, construyendo una novela que aúna lo mejor del género histórico y del género de aventuras, aderezado con un poco de romanticismo y otro poco de suspense, para dar como resultado una novela no solo muy entretenida, sino también muy bien construida. Una trama sin fisuras en la que tras diversos giros y sorpresas llegaremos a un desenlace soberbio, coherente y honesto que me dejó con la boca abierta y, sobre todo, con muchísimas ganas de volver a leer al autor.

Álvaro Arbina
El trabajo de documentación que se intuye tras las páginas de la novela es abrumador. La acción se sitúa entre los años 1808 y 1813, en plena Guerra de la Independencia, un periodo histórico sobre el que yo poco, apenas nada, sé, y con el que no recuerdo haberme topado en ninguna de mis lecturas a pesar de que el género histórico se cuenta entre mis favoritos. Todo ese trabajo de documentación queda patente en la magnífica combinación de hechos históricos y ficción con la que el autor hará que el lector viva la tensión y posterior guerra  a la que se vio abocado el pueblo español. Y lo consigue sin abrumar al lector con datos y más datos históricos, sino que integra la realidad histórica dentro de la trama de manera que forman un todo por el que avanzar sin prisa, pero sin pausa, disfrutando de una lectura que sorprende por su solidez y madurez.

Acompañando a Julián Aldecoa recorreremos el país de norte a sur, de Vitoria hasta Cádiz, único lugar libre de tropas francesas donde por entonces se fraguaba nuestra primera constitución. Las descripciones de paisajes, escenarios, costumbres… son profusas sin que por ello resulten cargantes ni ralenticen nunca la lectura en una novela en la que la narración prima sobre el diálogo y a pesar de ello resulta ágil por lo visual de unos detalles que enriquecen una trama bien pensada y ordenada, sin flecos ni incoherencias. No importa que sea una ciudad como Cádiz, por la que de verdad he creído pasear de la mano del autor, o sea una batalla como la de Vitoria, que supuso la retirada definitiva de las tropas francesas, cuando Álvaro Arbina describe un escenario, consigue siempre llevar de la mano hasta allí al lector y no ya sentarlo en la primera fila para asistir a los acontecimientos, sino hacer que los viva en primera persona.

Son muchos los personajes que desfilan por las páginas de “La mujer del reloj”. Junto al protagonista encontraremos a otros que tendrán mayor o menor peso en la trama, pero siempre personajes perfilados con mimo y que se nos mostrarán no solo por lo que el autor nos cuenta de ellos, sino principalmente por sus actos, pensamientos y sentimientos. Del mismo modo, todos ellos tendrán una evolución a lo largo de la novela acorde con lo que viven, muy especialmente Julián Aldecoa, al que conoceremos siendo casi un niño cuando queda huérfano, y al que despediremos siendo un adulto cuya personalidad ha labrado a golpe de fidelidades y traiciones. No puedo dejar de destacar también al temible general Louis Le Duc, un personaje que me fascinó desde el primer momento con una maldad y un tormento interior que traspasa las páginas.

Podría eternizarme hablando de esta novela. De su prosa cuidada y elegante, el vocabulario minuciosamente escogido donde ni una sola palabra parece estar fuera de lugar, de la fluidez y la cercanía de una narración que no pierde el pulso en ningún momento a pesar de su extensión. Si algo he tenido que recordarme continuamente a lo largo de la lectura de “La mujer del reloj” es que es la primera novela de un joven autor porque sorprende y mucho. Estoy convencida de que Álvaro Arbina será un nombre destacado entre los autores de nuestro país porque si un primer trabajo ha dado como resultado una novela como ésta no quiero ni pensar qué nos ofrecerá conforme vaya haciendo oficio en esto de las letras.

En definitiva, “La mujer del reloj” es una novela que reúne los tres requisitos básicos para encandilar a esta lectora: estar bien escrita, ser muy entretenida y enseñarme algo. Un thriller histórico con el que viajar a la Guerra de la Independencia y vivir mil aventuras. Una novela que no dudo en recomendar a cualquier tipo de lector.




25 de enero de 2016

Esta semana leo... #125


Hoy la entrada de cada lunes para contaros qué leo va a ser breve porque no tengo ni idea de qué leer. ¡Será por libros! Y es que, efectivamente, no es por falta de libros mirándome fijamente desde la estantería mientras esperan que me decida por ellos, pero hay veces que terminamos un libro y parece que empezar cualquier otro es casi una traición a ese hueco que el otro se ha hecho en ti. Hay novelas que llegan para quedarse y una no puede pasar a otra lectura como la que se cambia una blusa por otra.


Pero tampoco sé estar sin leer un día así que pasaré este lunes trabajando, ejerciendo de madre chófer, ultimando las reseñas de esta semana y ya por la noche, buscaré un cambio de registro, quizá unos buenos cadáveres, o puede que unas risas que luego nunca llegan cuando leo. Algo que nada tenga que ver con esa narrativa "abrazable" que durmió anoche a mi lado, porque anoche terminé "Un perro" de Alejandro Palomas y hoy estoy un poquito huérfana.

24 de enero de 2016

Febrero: mes temático del amor


Ya... ya sé que estáis con los ojos como platos viendo cómo me apunto al mes temático del amor lo cual indica que me dispongo a leer una novela romántica, pero no es exactamente así. Me he leído muy bien las bases y con que en el libro haya una historia de amor con peso ya es suficiente para poder participar y según parece en esta novela hay más de una historia de amor.

Y ahora la novela que he elegido... "No me dejes" de Màxim Huerta. Un autor con el que nunca me he animado por todos los prejuicios que tengo sobre él por su faceta televisiva, pero al que por fin, y tras la insistencia de mi querida Concha de De lector a lector, voy a darle una oportunidad.

Veremos cómo termina el mes y la oportunidad porque admito que voy con los pies de plomo.

Si os apetece pasad por el blog de Laky, Libros que hay leer.

¿Quién se anima?

22 de enero de 2016

La verdad está equivocada - Nacho Abad


Aunque no suelo animarme con novelas escritas por caras conocidas de la televisión con Nacho Abad decidí hacer una de mis pocas excepciones y es que este periodista y criminólogo colaborador de “Espejo público” (Antena 3) siempre me ha transmitido una sensación de profesionalidad y rigurosidad. Si, además, se anima con una novela negra, género que cada vez me gusta más, no es de extrañar que me lanzara a por “La verdad está equivocada”, publicada por Ediciones B en diciembre pasado, en cuanto tuve la oportunidad. Hoy os traigo mis impresiones.


Guadalupe y Valentín lo tienen todo para ser felices: instalados en su lujosa finca, esperan el nacimiento de su primer bebé. Pero lo que parece un cuento de hadas está a punto de convertirse en una pesadilla.

Cuando ella desaparece sin dejar rastro, todas las sospechas se dirigen hacia Valentín. Empezará entonces una frenética investigación en la que las oportunidades de localizar con vida a Guadalupe, diabética y embarazada de ocho meses, se reducen por minutos.

La presión de la opinión pública –él es hijo de un gran torero y ella, una escritora de fama- condicionará todo lo que ocurra a continuación. Mientras los medios presentan a Valentín como un asesino desde el primer momento, la policía luchará por encontrar (o incluso fabricar) pruebas que inculpen al presunto culpable.


En la solapa del libro podemos leer que Nacho Abad es periodista y criminólogo. Se ha especializado en información de sucesos en El programa de Ana Rosa (Tele 5) y actualmente en Espejo Público (Antena 3). También ha presentado los programas nocturnos Rojo y negro (Tele 5) y La diana de… (Antena 3). Ha informado sobre los principales sucesos de la crónica negra de los últimos años, logrando a menudo exclusivas a nivel mundial. También escribe en La Razón.


En “La verdad está equivocada” conoceremos a Guadalupe, escritora de éxito casada con Valentín, empresario e hijo de un famoso torero. Ambos forman una pareja guapa y con dinero, una pareja aparentemente feliz, y más ahora que faltan pocas semanas para el nacimiento de su primer hijo, a la que es habitual ver en la prensa del corazón. Lo que parece una relación idílica dará un giro de 360 grados cuando ella desaparece sin dejar rastro y él se convierte en el principal sospechoso.

Con la voz de un narrador omnisciente en tercera persona el autor compone una novela negra que sin duda es también una novela coral ya que por ella desfilan multitud de personajes perfilados con mimo y detalle para que el lector pueda vivirlos y sentirlos como personas reales. La novela abarca todo el proceso de la investigación, con el grupo de homicidios y la policía científica, y llega hasta el proceso judicial y su sentencia. Dividida en tres partes, la primera se dedica a la investigación en sí misma, siendo ésta la parte más ágil de la novela y en la que encontraremos unos cuantos giros y sorpresas. La segunda nos retrotrae al pasado para conocer la infancia y juventud de Valentín y poder acercarnos a su compleja personalidad. Y ya en la tercera y última, asistiremos al proceso judicial que culminará con una sentencia.

Desde el inicio Nacho Abad imprime un ritmo a la narración que sin ser trepidante sí adquiere una tensión que impele al lector a caer en la trampa mortal de un capítulo más de forma que sus más de seiscientas páginas duraron en mis manos unos pocos días en los que el autor me hizo dudar de todo y de todos. Solo la segunda parte, la que mira al pasado para mostrarnos cómo creció y se forjó el hombre que hoy es Valentín, ralentiza un poco una lectura que se convierte en una tela de araña mientras seguimos paso a paso todo el proceso de un caso desde el mismo momento en el que se produce la desaparición de Guadalupe. El autor introduce al lector de lleno en la investigación y le ofrece todo tipo de detalles sobre la misma implicándolo así en un caso que intentará resolver encajando las distintas piezas de una trama que se complica conforme avanza la lectura.

Nacho Abad
Pero más allá de la trama en sí misma, destaca en la novela la crítica que el autor realiza a los medios de comunicación, a la policía y a nuestro sistema judicial. En “La verdad está equivocada” se plantea cómo los profesionales del periodismo pueden influir con sus publicaciones de tal modo que un sospechoso se convierta automáticamente en culpable para la opinión pública sin haber sido aún juzgado. Va incluso más allá planteando cómo en muchas ocasiones la información que se ofrece y que se toma como la verdad ni siquiera ha sido mínimamente contrastada, una carencia de rigor que afortunadamente no afecta a todos los profesionales.

Tampoco la policía sale bien parada del todo en esta novela y es que, como en todos los colectivos, hay buenos y malos profesionales. Nacho Abad así lo refleja y junto a los que son rigurosos en su trabajo, se nos presenta también a los chapuceros y tramposos, capaces de manipular indicios para convertirlos en pruebas y cerrar un caso. Lo mismo sucede con los profesionales de la justicia y de este modo encontramos desde jueces deseosos de convertirse en estrellas mediáticas de la televisión, hasta abogados defensores que persiguen ese mismo fin en contraposición a aquellos que asumen con profesionalidad su cometido. Quizá la reflexión más importante sea que no todo vale para obtener una exclusiva, ni todo vale para obtener pruebas que incriminen a un sospechoso, ni todo vale para conseguir la sentencia que se desea.

Durante la lectura de “La verdad está equivocada” es fácil que el lector encuentre similitudes con casos de la crónica negra de nuestro país en los que efectivamente se ha hecho un juicio paralelo de los sospechosos e incluso subyace la idea de cómo podría cambiar una sentencia si en lugar de ser juzgado por un jurado popular lo hiciera un tribunal profesional. No cabe duda que el autor tiene un profundo conocimiento del mundo periodístico y del sistema policial y judicial y esto es algo que se transmite al lector y que logra una mayor implicación en lo que se lee.

La verdad no siempre es absoluta y, a veces, puede estar equivocada. Así, aunque el caso de Guadalupe está cerrado, son varias las cuestiones que quedan abiertas en “La verdad está equivocada” y es que cuando llegamos a la última página descubrimos que cerrar un caso no significa que se haya escrito su final por lo que habrá que esperar a “Probatio diabolica”, novela en la que actualmente trabaja Nacho Abad, para atar los cabos sueltos que quedan en la novela. A pesar de parecer que se trata de un final abierto os aseguro que el desenlace no defrauda y, aunque al menos en mi caso, tampoco sorprende la impresión final es tan satisfactoria que lo único que puedo hacer es desear que el autor no nos haga esperar demasiado para encontrarnos de nuevo con sus letras.

Como podéis ver no dudo en recomendaros esta novela negra, policíaca, coral y judicial, que aúna lo mejor de cada género en una trama muy bien construida y perfectamente armada, con unos personajes coherentes y un ritmo ágil que atrapa al lector desde la primera página. Una novela que no solo entretiene, sino que invita a la reflexión sobre los medios de comunicación y nuestro sistema policial y judicial.






20 de enero de 2016

Sandalias de plata - Pepa González


Me gustó esta portada nada más verla y supe que quería este libro. Su título no me decía nada especial. La sinopsis tampoco. Saber que eran relatos debía haberme hecho correr, ya sabéis que no suelo disfrutarlos. Pero a pesar de tenerlo casi todo en contra, la portada seguía llamándome, esa mujer desnuda… ¿Sumergiéndose en el mar? ¿Haciendo el pino en la orilla de la playa? Sea como sea, llamaba poderosamente mi atención. Hoy os hablo de “Sandalias de plata”.


Todas queríamos sandalias plateadas. Sandalias llenas de partículas de estrellas. Porque de noche, cuando la oscuridad y el silencio reinaban, el viento transportaba diminutos pedacitos de polvo de estrellas. Eso lo sabíamos todas.
Deseábamos un único premio: sandalias pintadas con polvo de estrellas. La felicidad consiste en ser la portadora de unas sandalias de plata.


Pepa González nace en Arrecife (Lanzarote) el 22 de marzo de 1971. Escritora y retratista. Tras iniciar estudios de Ciencias Jurídicas en Tenerife, decide dar un giro hacia labores ejecutivas en el sector turístico.
Desde muy joven se declara letraadicta.
Como militante cultural ha participado en recitales poéticos y en festivales de poesía de carácter internacional, como el de Castrillejo (Asturias).
Ha publicado en diarios y revistas de las islas Canarias y colabora en diversos programas radiofónicos en la difusión de la cultura.
Miembro de la World Women Artists y Mujeres Creadoras. Miembro del grupo Mujeres Construyendo. Miembro de la Asociación de Escritores en Lengua Castellana.
Entre sus publicaciones, es coautora del libro “Arrecife ciudad de relatos” y autora del poemario “Me sentaré a esperarte”.


“Sandalias de plata” se compone de veintidós relatos muy variados, pero con un denominador común y es que todos ellos han encontrado un hueco en el corazón de esta lectora. Creo que no hay nada que me guste más en una lectura que la cotidianidad que nos sacude desde su pátina de normalidad, desde su aire de lo sobradamente conocido. Así son los relatos de Pepa González porque así son sus personajes. Alguno de ellos podría ser yo misma, o mi mejor amiga, o mi compañero de trabajo. Porque todos conocemos a alguien que podría estar viviendo lo que la autora nos narra. Porque todos habitamos paisajes que podrían ser aquellos por los que paseamos en sus páginas.

Los temas que tratan estos relatos son tan diversos como lo es la vida y así encontraremos la demencia senil, la violencia de género, la homosexualidad, el travestismo, el paso del tiempo y sus huellas en nuestro cuerpo, las relaciones de pareja… Y todo ello nos lo narra Pepa González con una prosa elegante que destila sensibilidad en cada palabra y a la que añade toques de humor en algunas ocasiones, o un tono profundamente reflexivo en otras. Sea como sea siempre consigue trasladar al lector lo que sienten los personajes: el ambiente asfixiante en el que viven unos, la apatía que domina la vida de otros, el miedo de muchos.

En general son relatos muy breves, algunos de solo un par de páginas y aún así la autora consigue perfilar a sus personajes a través de lo que sienten de modo que el lector empatiza rápidamente con unos sentimientos que no por universales son fáciles de transmitir. Relatos breves pero intensos en los que Pepa González desnuda el alma de los protagonistas y los exhibe con su dolor, sus miedos, sus deseos. Con su presente, con su futuro incierto o con la añoranza del pasado, todos ellos traspasan las páginas para mostrar al lector la vida atrapada en veintidós relatos.

En definitiva, “Sandalias de plata” es un libro que no dudo en recomendar a todos aquellos que disfrutan de lecturas intimistas. Un libro emotivo y emocionante. Veintidós relatos que sin duda releeré.




18 de enero de 2016

Esta semana leo... #124


Comienzo la semana leyendo "El elefante de marfil" de Nerea Riesco. Descubrí a esta autora el año pasado con "Las puertas del paraíso" y desde entonces me apetecía volver a leer una novela suya y la elegida ha sido esta saga familiar ambientada en la Sevilla del siglo XVIII.

Llevo leídos aproximadamente unos dos tercios del libro, pero aún me quedan casi doscientas páginas y esta semana la tengo un poco complicada así que no creo que lo termine mucho antes del fin de semana y para entonces no tengo aún decidido qué leeré.

Y vosotros ¿qué leéis?

15 de enero de 2016

Volver a Canfranc - Rosario Raro


Hace tiempo que me apetecía leer “Volver a Canfranc”, pero como siempre comento tanta lectura pendiente hace que vayamos dejando de lado títulos de los que hemos tomado nota con verdadero entusiasmo. Así me sucedió con esta novela hasta que Somos Alianza propuso su lectura conjunta y tuve la suerte de resultar agraciada con uno de los ejemplares que se sortearon. Hoy os traigo mis impresiones.



Marzo de 1943. Agazapados dentro de una habitación secreta, varias personas contienen la respiración mientras aguardan a que el sonido de las botas reforzadas con metal de los soldados alemanes se aleje. En la estación internacional de Canfranc, en el Pirineo, la esvástica ondea sobre la playa de vías. En medio de la oscuridad, Laurent Juste, jefe de la aduana, Jana Belerma, camarera del hotel, y el bandolero Esteve Durandarte arriesgan sus vidas para devolverles la libertad.

Volver a Canfranc es su historia. Jana y Esteve, armados tan solo con la valentía que da el amor, lucharon porque miles de ciudadanos judíos consiguieran atravesar esta estación mítica. Además de ellos, otras personas guiadas por la generosidad decidieron enfrentar el terror y ayudarlos. Para miles de perseguidos por el régimen nazi la esperanza se llamó Canfranc.



Rosario Raro (Castellón, 1971) es doctora en Filología. Estudió Técnicas de Escritura Creativa en la Universidad Mayor de San Marcos y la Pontificia Universidad Católica de Perú, país donde vivió durante una década. Cursó un Posgrado en Comunicación Empresarial en la Universitat Jaume I y otro de Pedagogía en la Universidad de Valencia después de licenciarse allí.

En 2009 fue una de las dos únicas españolas finalistas del concurso de escritura literaria Virtuality Caza de Letras de la UNAM de México y Alfaguara. Ha impartido numerosas conferencias y dirige desde su fundación el Aula de Escritura Creativa de la Universitat Jaume I de Castellón. Es autora, entre otras obras, de Carretera de la Boca do Inferno, Surmenage, Perder el juicio, Los años debidos, Finlandia, La llave de Medusa, Desarmadas e invencibles y El alma de las máquinas. Su obra ha sido traducida al catalán, al japonés y al francés y reconocida con numerosos premios literarios, tanto nacionales como internacionales.



La Estación Internacional de Canfranc se encuentra en pleno pirineo oscense y a pesar de conocer su existencia y de haber pasado por allí hace muchos años, nada sabía sobre los acontecimientos históricos que allí acontecieron hasta la publicación de esta novela. Que todo lo relacionado con la Segunda Guerra Mundial me interesa es de sobra conocido por todos los que habitualmente pasáis por aquí, es una de las épocas históricas más recurrentes entre mis lecturas, así que esta historia captó inmediatamente mi interés y con las expectativas por las nubes me embarqué en una lectura que se me antojaba me depararía momentos llenos de emoción. Sin embargo, como muchos ya sabéis por mis comentarios en Twitter durante la lectura, no ha sido así y no es que no me haya gustado el libro, pero sin duda no ha sido lo que yo esperaba.

Albert le Lay fue jefe de la aduana internacional de la estación de Canfranc durante la Segunda Guerra Mundial, un enclave estratégico que conectaba la Francia ocupada por los nazis con la España franquista. Un lugar clave tanto para los alemanes por el tráfico del oro proveniente de sus robos y expolios,  como para la Resistencia francesa, porque Albert Le Lay, integrante de ésta, facilitó que cientos de judíos huyeran a través de nuestro país para llegar hasta Lisboa y desde allí embarcar hacia sus destinos finales. En este personaje real se basa Rosario Raro para crear uno de los protagonistas principales de “Volver a Canfranc”, Laurent  Juste y dar así a conocer al gran público un episodio tan desconocido de nuestra historia.

Estación de Canfranc
Junto a Laurent Juste y a otros muchos personajes que desfilan por las páginas de la novela, destacan también, tanto o más que el jefe de aduana, la camarera del Hotel Internacional, Jana Balerma y un bandolero, Esteve Durandarte. La autora nos ofrece un perfil detallado de los protagonistas y aún así me han resultado demasiado fríos y distantes para unos hechos como los que se vivieron en Canfranc. Sin duda Jana se convierte en el epicentro de una historia que si bien debió ser apasionante, en la novela pierde fuerza y por momentos se centra más en los sentimientos amorosos de la camarera hacia el bandolero que en la historia en sí misma de esas personas que tanto arriesgaron para salvar la vida de los perseguidos por el nazismo. 

En la propia estación un destacamento de la Gestapo controlaba el paso de personas a través de la frontera y delante de sus narices los protagonistas del libro pusieron en jaque sus propias vidas para que cientos de judíos pudieran huir, pero a veces, a lo largo de la lectura, estos hechos parecían casi secundarios, empañados por historias paralelas, más o menos vinculadas con la principal, o empañados por un romanticismo y una historia de amor que a mí personalmente me ha sobrado y que ha hecho que Jana, un personaje que podría haber sido inolvidable quede desdibujada y poco aprovechada.

Ni la emoción ni la tensión esperadas pude encontrar. Ni el corazón en un puño. Ni ese nudo en la garganta que anuncia mi desbordamiento en lágrimas. “Volver a Canfranc” me ha resultado una novela a la que yo no he podido encontrarle el alma. A pesar de ello, es un libro con muchas otras cosas positivas como lo es el importante trabajo de documentación que se respira en sus páginas y como lo es la impecable prosa de Rosario Raro que destila sensibilidad en cada una de sus palabras. Destacan también las descripciones que consiguen trasladan al lector a los escenarios descritos, aunque en ocasiones el exceso de detalles ralentiza una lectura que ya de por sí tiene un ritmo pausado.

Tampoco descuida la autora los guiños literarios que tanto nos gusta encontrar en los libros a todos los lectores y de esta forma, Jana disfrutará a lo largo de la novela de la lectura de "El conde de Montecristo", pero además los libros y sus reseñas se convertirán en el vehículo perfecto para que viajen los mensajes secretos en la red de espionaje de Canfranc.

En definitiva, “Volver a Canfranc” nos narra una historia que merece ser conocida, solo por no dejar en el olvido estos hechos que ocurrieron en pleno pirineo oscense merece la pena acercarse a esta novela a pesar de que en mi opinión le haya faltado emoción y tensión, aspecto que en cualquier caso, y como siempre os digo cuando mi opinión no es todo lo positiva que me gustaría, no dejar de ser algo totalmente subjetivo.


13 de enero de 2016

Los supervivientes - Jimina Sabadú


El Premio Ateneo Joven de Sevilla se concede cada año a una novela inédita en lengua castellana cuyo autor sea menor de 35 años. En 2015 dicho premio recayó sobre “Los supervivientes” de Jimina Sabadú y os traigo mis impresiones. 


La supervivencia empieza el primer día de curso y dura toda la vida El colegio Agustín de Foxá se halla en venta. Las personas que han estado vinculadas a él (profesores, alumnos, padres) comienzan un baile de pequeñas mezquindades tras el que ninguno volverá a ser el que era. Un antiguo alumno comienza a preparar un encuentro entre compañeros que se convierte en una cruzada para traer al chico más popular y rico de la promoción, un inútil heredero de un equipo de fútbol de segunda. Y María Victoria, una profesora llena de algo tan peligroso como la ilusión y falta de algo tan necesario como la agudeza, acaba por unir a los únicos supervivientes de un mundo que se cae a pedazos.


Jimina Sabadú nació en Madrid en 1981. Ha publicado relatos en varias antologías (Artifex, Madrid con perdón, Última temporada), obtuvo el Premio Lengua de Trapo con Celacanto y edita la revista de azar literario Ventura. Además ha escrito en televisión (La 2, DocuTVE, Paramount Chanel…), prensa (Fotogramas, Mondo Brutto, La Razón, etc) y radio (Cadena SER, M80, Radio 3). Además ha sido guionista de dos largometrajes (Faraday y La Máquina de Bailar) y directora de La Pájara. Actualmente imparte clase de Dramaturgia y Literatura en la Universidad Camilo José Cela. 


Una fiesta de antiguos alumnos sirve de arranque para que Jimina Sabadú convierta el colegio Agustín de Foxá, centro privado ubicado en un barrio residencial de clase media alta, en un microcosmos que reúne, si no todos los tipos de perfiles psicológicos que podemos encontrar en nuestra sociedad, sí muchos de ellos.

Junto con el prólogo y el epílogo, la novela se compone de nueve grandes capítulos encabezado cada uno de ellos con los meses del año escolar desde septiembre hasta junio. Estos capítulos se subdividen a su vez  de forma interna dotando de gran agilidad a la lectura. Contribuye también a esta fluidez el hecho de que la autora incorpora, además de abundantes diálogos, otros textos en forma de correos electrónicos, mensajes de texto e incluso entradas de un blog del que es administradora una de las profesoras.

A pesar de ser una novela coral, en “Los supervivientes” hay personajes que destacan por encima de otros. María Victoria, la nueva profesora de literatura que acaba de incorporarse al Agustín de Foxá, y que representa la inocencia, la ilusión y el entusiasmo; don Marcial, el viejo profesor de historia que enfila su último año como docente antes de la jubilación; Miguel y Carolina, los alumnos que sufren el acoso de algunos compañeros ante la indiferencia de los demás.

Jimina Sabadú
Porque el acoso escolar es el tema principal que encontramos en esta novela. La autora retrata con realismo y de forma fidedigna las distintas actitudes que, ante el tristemente habitual acoso escolar que sufren algunos alumnos, toman algunos de los implicados de una forma u otra. Así nos encontraremos con la posición de la dirección del centro y de la mayoría del profesorado, que prefiere mirar hacia otro lado, como si silenciar el problema y hacer como que no existe pudiera solucionar algo. O la de los padres de los acosadores, ciegos ante la crueldad de sus hijos, necios que prefieren acusar a la víctima de ser rara, de no saber integrarse, para justificar lo que no tiene justificación alguna. O los padres del propio acosado, ignorantes  casi siempre o impotentes ante una situación que no saben cómo enfrentar. Incapaces a veces de detectar las señales que podrían encender las alarmas, e incluso en algunos casos, padres autoritarios en exceso que en lugar de reforzar a su hijo colaboran con su actitud a que el niño sea incapaz, no ya de enfrentarse con aquellos que están destrozando su vida, sino de tener la fortaleza y confianza suficientes para contar qué le ocurre y buscar la ayuda necesaria.

Pero además de esta violencia entre iguales, “Los supervivientes” trata también sobre el acoso que, en ocasiones, se da del alumno hacia el profesor y no solo dentro de las aulas, sino también fuera de ellas. Las faltas de respeto, las humillaciones, retratan serios problemas de comportamiento en la adolescencia que desgraciadamente se dan en nuestras aulas, aunque como indiqué al principio, a pesar de que Jimina Sabadú sitúa la acción de la novela en ese microcosmos que es el colegio, todo lo que sucede se puede extrapolar a nuestra sociedad en general.

“Los supervivientes” es una novela escrita con una prosa sencilla y cuidada, a veces incluso desapasionada para el tema que trata y quizá por eso mismo ha calado tan hondo en mí. Es una novela fácil de leer porque a pesar de la dureza de los temas tratados la autora no hace carnaza con ellos, no ahonda ni guía al lector en los problemas, lo muestra todo de una forma tan sencilla y ágil que la lectura fluye, pero es uno de esos libros con poso. Una de esas lecturas que acabas y no te puedes quitar de la cabeza. Durante la lectura hay poco tiempo para la reflexión porque, al menos en mi caso, quería leer, quería avanzar, quería saber qué sucedería. Ha sido después, tras un reposo, cuando ha empezado a volver a mí y cuando me ha hecho pararme y reflexionar. Reflexionar principalmente sobre el papel que padres y madres jugamos en estos temas. Recordar cómo los padres de los abusones del colegio justificaban una y otra vez a sus adorados hijos, echaban la culpa al otro tirando balones fuera y todo ello ante la impasividad del colegio… Es algo que saca lo peor de mí porque desgraciadamente, no es ficción.

Aprovecha también la autora a través de un personaje secundario, José Chapí, escritor frustrado que un día ganó un premio literario y que mira la vida siempre desde el sarcasmo y la falta de ilusión, para hacer un retrato del mundo literario actual con una importante dosis de crítica. José, además de camarero y lo que haga falta, es profesor en un taller literario, ha trabajado en una editorial como traductor y trata cada día con personas de ese mundo o con aspirantes a serlo. No deja de sorprenderme que alguien que precisamente pertenece a ese mundo haga una crítica tan feroz como en ocasiones encontramos en la novela. No deja de sorprenderme y me gusta.

En definitiva “Los supervivientes” es una novela que atrapa desde la primera página con una prosa cuidada y una trama sobre un tema tan espinoso como el acoso escolar. Una novela que una vez terminada me ha ido gustando cada vez más y que yo os animo a que descubráis.