Algunas reseñas se van quedando atrás y no siempre porque la lectura no la haya merecido, sino simplemente porque otras, por un motivo u otro, se van colando y eso le ha sucedido a la novela que inauguró mis lecturas de 2022, la novela con la que comencé el año y que merece, al menos, unas pocas palabras. Hoy os hablo de Llévame a casa.
Mi opinión
Juan hace años
que vive en Edimburgo y tras una larga ausencia regresa a su pueblo natal,
Cruces, para asistir al entierro de su padre. Allí su hermana Isabel, que vive
en Barcelona, no tarda en reprocharle la desatención y el poco interés hacia
sus padres, mientras que ella, que también vive a kilómetros de distancia, ha
estado todo lo atenta que ha podido a sus necesidades, con viajes continuos
para estar a su lado. Pero ahora tiene una oportunidad profesional en Estados
Unidos que no puede rechazar y que obliga a Juan a hacerse cargo de su madre a
quien recientemente le han diagnosticado Alzheimer.
Recuerdo que
esta lectura me tocó muy adentro, probablemente porque yo también vivo lejos de
mis padres, ahora ya solo mi madre, y aunque nada tengo que ver con ese egoísmo
inmaduro del que hace gala el protagonista de la novela, fue precisamente
su actitud y ese deterioro paulatino de su madre, que paso a paso y a golpe de
minucias cotidianas, nos narra con acierto Jesús Carrasco, el que me hizo
sensibilizarme aún más sobre la importancia de la cercanía de los seres
queridos que tenemos todos y, muy especialmente nuestros mayores.
Juan es lo menos
cercano que uno pueda imaginar y no hablo solo de una cuestión física, porque
la distancia puede ser mucha, pero la atención también puede ser toda, porque
únicamente se está solo cuando nadie te quiere, cuando nadie se preocupa por
ti. Pero poco a poco Juan va cambiando y el lector asiste a su cambio,
incluso a su catarsis, a golpe de reencuentros, con Fermín, su amigo de la
infancia, con Germán, aquel que fuera la mano derecha de su padre. Y reencontrarse,
cómo no, con su madre, a medida que ella se aleja hacia su niñez, empeñada en
volver a casa, a aquella que dejó atrás para formar su propia familia, Juan
se va acercando y va descubriendo que esa falta de afecto que arrastra desde la
infancia quizá sea simplemente el no saber expresar emociones por parte de unos
padres que han dedicado su vida al trabajo y a intentar que sus hijos tengan
una vida mejor, esas emociones para las que él también parece totalmente
inhabilitado.
Y todo esto nos lo narra Jesús Carrasco sin abusar de sensiblerías y derrochando sensibilidad mientras nos sumerge en la cotidianeidad dolorosa de un enfermo de Alzheimer y su cuidador, mientras nos sumerge en la desconcertante sensación de pérdida y desorientación que supone para los hijos la enfermedad y la muerte de sus padres.
He tardado
demasiado en hablar de esta novela y confieso que en parte se debe a que fue
una lectura tan buena como dolorosa. No tardéis demasiado vosotros en darle una
oportunidad si no lo habéis hecho ya porque realmente merece la pena.
No he vuelto a leer a Jesús Carrasco desde Intemperie, que debo decir que no terminó de convencerme. Ha sido uno de esos raros casos en que la película me gustó más que el libro. Sin embargo a este ya le tenía echado el ojo. El tema es interesante y dada la forma de escribir del autor le puede dar una dimensión nueva y curiosa.
ResponderEliminarUn beso.
Estas novelas me suelen gustar, pero ahora mismo me apetece algo más fresco.
ResponderEliminarUn besote.
Hola, Manuela. Anoto el libro para futuras compras. Mil gracias.
ResponderEliminarBesos y felices lecturas.
Es maravillosa. A mí también me tocó bien adentro. Más que recomendable. Besos
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