Capítulo IX: Donde se cuenta lo que en él se verá.
Llegan por fin al Toboso ya bien entrada la noche y pretende don
Quijote que Sancho le guíe hasta el palacio de Dulcinea. El pobre Sancho ya no
sabe qué excusas poner para que no se descubra que jamás entregó carta alguna a
la amada. Amada, por cierto, de la que don Quijote dice estar "enamorado
de oídas" pues confiesa Sancho que jamás la ha visto.
Dado que nada pueden hacer por la noche Sancho consigue convencer
a don Quijote para salir del Toboso y esconderse en algún lugar para, a la
mañana siguiente, volver él solo en busca de Dulcinea.
Capítulo X: Donde se cuenta la industria que Sancho tuvo para
encantar a la señora Dulcinea, y de otros sucesos tan ridículos como
verdaderos.
Envía don Quijote a Sancho en busca de Dulcinea y le encarga que
se fije bien en todos los detalles de sus reacciones y palabras porque gracias
a eso podrá él saber lo que siente realmente ella. Pero Sancho ni llega al
Toboso claro, sino que tras un largo y divertido soliloquio decide que
cualquier campesina valdrá para que el hombre que creyó que unos molinos eran
gigantes, crea que ella es una princesa. Con tan buena suerte que aparecen tres
mozas por el camino...
Me da pena don Quijote, es tan fácil engañarle. Ve lo que quiere
ver y cuando no lo ve, lo achaca a un encantamiento. Finalmente los dejamos
continuando su camino hacia Zaragoza, con don Quijote muy apenado eso sí, pues
su amada, por culpa del encantamiento, huele a ajo...
Capítulo XI: De la extraña aventura que le sucedió al valeroso don
Quijote con el carro o carreta de las cortes de la muerte.
Muy triste sigue don Quijote, tanto que Sancho Panza intenta
animarlo con estas palabras "Señor,
las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si
los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias"
Y ciertamente consigue animarlo un poco, tanto que cuando ve venir
una carreta con lo que a él le parece la Muerte, se prepara para una nueva
aventura...
Capítulo XII: De la extraña aventura que le sucedió al valeroso
don Quijote con el bravo caballero de los Espejos.
Cae la noche y tras cenar comienzan una conversación nuestros dos
amigos en la que por fin parecen acercar posturas. Tanto es así que don Quijote
comenta a Sancho que cada día es menos simple y más discreto, a lo que Sancho
contesta "algo se
me ha de pegar de la discreción de vuesa merced".
Pero la noche no puede ser tan tranquila como pintaba y aparecen
dos hombres a caballo que justo vienen a descansar al lado de don Quijote y
Sancho, de quienes no han advertido su presencia. ¿Y quiénes resultan
ser? Pues un tal Caballero del Bosque y su escudero. Así nos deja Cervantes y
será en los siguientes capítulos donde conoceremos cómo se llevan estos cuatro
que por lo que parece estarán cortados por el mismo patrón.
Admiro vuestra constancia. Yo hace mucho que hubiera desistido. Un beso.
ResponderEliminarA ver si lo puedes terminar jajaja. Un besote
ResponderEliminarQue gran libro!!
ResponderEliminarYo pedí a los 13 años que me regalaran este libro.
Besosss
Cómo os admiro a los que hacéis esta lectura! A mí me da algo de vergüenza decir que la tengo pendiente ;) Un beso!
ResponderEliminarSí que da penita nuestro caballero. Qué fácil es de engañar...
ResponderEliminarBesotes!!!