Hacía ya unos
meses que alguien de la editorial me había hablado de esta novela y verla en el
avance de novedades de Planeta allá por el mes de diciembre hizo que empezara a
morderme las uñas así que cuando encontré su edición no venal esperándome en la
oficina al volver de unas breves vacaciones navideñas, no lo dudé y me puse con
ella. Hoy os hablo de La cocinera de Castamar.
Mi opinión
Principios del
siglo XVIII. Clara Belmonte lo tenía todo para llevar una vida perfecta y
envidiable hasta que la muerte de su padre arrastró a toda la familia a la
desgracia y ahora está sola y asolada por su agorafobia, pero una oferta de
trabajo como oficial de cocina en la mansión del duque de Castamar, don Diego, parece
arrojar algo de luz a su triste vida y todo ello a pesar de que en esa gran
casa no se viven los mejores años tras la trágica muerte de doña Alba, esposa
de don Diego de Castamar, quien desde entonces vive prácticamente recluido
entre esas paredes, incapaz de reconducir una vida que pareció terminar cuando
murió su amada esposa.
Con una prosa detallista y un estilo cuidado y
elegante, Fernando J. Múñez teje una historia en la que no faltan los
secretos, las mentiras, las intrigas y el amor, a la par que realiza un retrato minucioso y ameno de aquella España
de 1720 bajo el reinado de Felipe V, primer rey de la Casa de Borbón en
España. Con el mismo cuidado el autor nos traslada a la vida de una gran
mansión donde dos mundos totalmente distintos y opuestos conviven sin
mezclarse, el clásico arriba y abajo, la servidumbre y los señores, permitiendo
al lector formar parte de esa vida, vivir las rutinas y el día a día. Ese día a
día que la llegada de Clara Belmonte y su arte para la cocina trastocan, del
mismo modo que trastoca al lector una
lectura que se convierte en un plato a paladear y es que si, como os decía,
la prosa del autor brilla por sus detalles, es en la descripción de los platos,
los sabores, los aromas y las sensaciones que estos producen en los comensales,
donde Fernando J. Múñez alcanza la excelencia descriptiva, permitiendo al lector embriagarse con la fragancia de los platos y
deleitarse con el sabor, estableciendo un diálogo íntimo y sensorial.
Un amplio elenco
de personajes se pasea por las páginas de La cocinera de Castamar. Principales y secundarios son tejidos con
mimo y dotados de una voz única y perfectamente reconocible, lo que los
hace humanos y reales, tanto como para que, como lectora, haya sufrido con
ellos, me haya indignado, odiado y enamorado, según lo que tocara en cada
momento. El autor me ha hecho sentir y
vivir con ellos y eso es algo impagable en cualquier historia que se precie
porque no es fácil sufrir el ahogo que siente Clara cuando se encuentra en un
espacio abierto, ni es fácil trasladar al lector cómo nace y crece un amor que
nunca debería, para una sociedad tan encorsetada como aquella, ver la luz.
Son tantos los
elementos que hacen de La cocinera de Castamar una lectura deliciosa que casi cualquier tipo de lector podrá
disfrutarla porque en sus páginas encontramos de todo: amor, secretos,
intrigas, odio, venganza, luchas de poder… Todo ello enmarcado en una exquisita ambientación tras la que sin duda se encuentra un
ingente trabajo de documentación que el autor traslada de forma natural,
perfectamente integrada en una narración en la que prima el aspecto descriptivo
por lo que su ritmo es pausado
permitiendo al lector deleitarse en una lectura en la que la priman la
elegancia y la delicadeza.
En definitiva, no
puedo más que recomendar la lectura de La cocinera de Castamar, una historia
sencilla y deliciosa narrada con una prosa rica y elegante y habitada por
personajes inolvidables.