Cuando alguien
de cuyo criterio me fío me recomienda con mucho interés una lectura no suelo
dejar demasiado tiempo para lanzarme a por ella y así ha sucedido con esta novela
que estoy segura dará mucho que hablar. Hoy os hablo de Nada importante.
Mi opinión
Viajamos hasta Madrid
en 1991. Allí, una noche Minerva aparece en un callejón salvajemente apuñalada.
A su lado el cadáver de Ernesto, su exnovio, con una pistola en la mano.
Milagrosamente Minerva logra sobrevivir y mientras se recupera en el hospital
la prensa se hace eco del crimen al tiempo que todo el mundo comenta y juzga
qué ha podido pasar para que sucediera algo así. Cuando por fin despierta del
coma Minerva no recuerda nada, ni siquiera que su verdadero agresor no es aquel
que yacía muerto a su lado, sino otra persona que no dudará en introducirse en
su vida hasta encontrar el momento adecuado para terminar con su “autoencargo”.
Nada importante
comienza en 1991 y finaliza en 2020 y gira en torno a un tema de tan
desgraciada actualidad como es la violencia de género. A lo largo de sus
páginas Mónica Rouanet analiza cómo la sociedad ha cambiado desde una época
en la que una agresión sexual se consideraba “nada importante” y cómo ha
ido posicionándose ante estos crímenes al tiempo que el papel de la mujer y la
educación recibida han ido evolucionando hasta hoy, aunque a lo largo de la
lectura es inevitable que continuamente nos asalte la pregunta de ¿lo
suficiente? Mi respuesta es clara, no, no lo suficiente. Por supuesto,
mucho, pero aún nos queda camino porque sí, en aquellos años 90 narrados en
Nada importante, años en los que el movimiento feminista empieza a asomar, tras
la agresión física queda perfectamente plasmada la otra agresión, la de la
sociedad que opina, juzga y sentencia. La agresión de ¿de dónde vendría sola
a esas horas?, la agresión de si no hubiera ido así vestida… Y me gustaría pensar
que a nadie hoy se le van a cruzar semejantes pensamientos por la cabeza, pero
lo cierto es que lo dudo mucho.
Pero volvamos a
la novela y al trabajo de Mónica Rouanet o yo me dispersaré y esto acabará
siendo demasiado largo. La autora nos presenta en Nada importante un interesante
elenco de personajes a través de los cuales trata otros temas. A través del
periodista Julio Amaya aborda ese periodismo en el que algunos pasan por
encima de cualquier moral o ética para conseguir una noticia, e incluso nos
habla también de la difícil incorporación de la mujer a algunas profesiones,
en este caso personificado en el personaje de la agente de policía Parrondo.
Todos ellos, protagonistas y secundarios, cobran vida a través de un trazado
que ahonda en sus perfiles psicológicos de forma que permiten al lector ponerse
en su piel independientemente de que se trate de víctima o agresor. Mención
especial merece Sagrario, la madre de Minerva, una mujer aún joven, no llegará
a los 60 años y viuda que no puede creer que el exnovio de su hija haya sido
capaz de hacer algo así, hasta que tiene que rendirse ante la evidencia y
empieza entonces su propio calvario culpándose por no haber visto entonces
cuánto sufría su hija con aquella relación. Para mí este personaje ha sido quizá
el que más real y cercano he sentido.
No quiero
alargarme mucho más. Nada importante da para no parar de hablar y hablar, pero
es mucho mejor que os animéis con esta novela que tiene mucho de thriller, pero
sobre todo tiene mucho de novela social y como tal deparará al lector acomodado
en su propia realidad más de una sacudida ante una lacra contra la cual se ha
avanzado, pero por la que todos podemos hacer mucho más y es que estamos
demasiado acostumbrados a escuchar la noticia de una nueva muerte, tanto que,
tras el horror y el impacto iniciales, la noticia pronto termina diluyéndose en
nuestro mar de cotidianeidad y rutina.