De
nuevo la Segunda Guerra Mundial se asoma por aquí, aunque hoy os traigo una
novela muy distinta a la que reseñaba hace unos días. Si aquella me pareció
turbadora por su dureza y crudeza, ésta de hoy lo ha sido por las emociones que
logra transmitir al lector. Hoy os hablo de “El Ruiseñor”.
Sinopsis
Francia,
1939. En el tranquilo pueblo de Carriveau, Vianne Mauriac se despide de su
marido, Antoine, que debe marchar al frente. Ella no cree que los nazis vayan a
invadir Francia, pero lo hacen, con batallones de soldados marchando por las
calles, con caravanas de camiones y tanques, con aviones que llenan los cielos
y lanzan bombas sobre los inocentes. Cuando un capitán alemán requisa la casa
de Vianne, ella y su hija deben convivir con el enemigo o arriesgarse a perderlo
todo. Sin comida ni dinero ni esperanza, Vianne se ve obligada a tomar
decisiones cada vez más difíciles para sobrevivir.
La
hermana de Vianne, Isabelle, es una joven rebelde de dieciocho años que busca
un propósito para su vida con toda la temeraria pasión de la juventud. Mientras
miles de parisinos escapan de la ciudad ante la inminente llegada de los
alemanes, Isabelle se encuentra con Gaëton, un partisano que cree que los
franceses pueden luchar contra los nazis desde dentro de Francia. Isabelle se
enamora completamente pero, tras sentirse traicionada, decide unirse a la
Resistencia. Sin detenerse nunca para mirar atrás, Isabelle arriesgará su vida
una y otra vez para salvar a otros.
En
el amor descubrimos quiénes queremos ser.
En
la guerra descubrimos quiénes somos en realidad.
La autora
Kristin
Hannah nació en 1960 en el sur de California. Aunque estudió Derecho, con la
publicación de su primer libro, en 1990, se convirtió en escritora profesional.
Desde entonces ha ganado diversos premios y ha publicado 21 novelas de gran
éxito en Estados Unidos, entre ellas Winter Garden, True Colors y Firefly Lane.
Mi opinión
Aunque
“El Ruiseñor” comienza con un capítulo situado en 1995 en Estados Unidos y, en
ocasiones, la narración volverá a ese año, la acción se traslada rápidamente a
la Francia de 1939, meses antes de la ocupación nazi acaecida en mayo de 1940,
y se extiende hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Los dos
escenarios principales serán Carriveau, una pequeña localidad del Valle del
Loira, y París. En estos escenarios conoceremos a las dos grandes protagonistas
de la novela, Vianne e Isabelle, dos hermanas muy distintas que se enfrentan al
terror alemán de formas diferentes e incluso enfrentadas.
Pero
la guerra cambia a todo el mundo y no podía ser de otra forma para ellas dos.
Es así como a lo largo de la lectura las protagonistas sufren una
profunda transformación y evolución ante los ojos casi atónitos del lector.
Si en ocasiones yo misma me sorprendí queriendo zarandear a Vianne y gritarle
que espabilara de una vez, o pensando que Isabelle era una niñata malcriada
necesitada de una autoridad firme que la metiera en vereda, con el paso de las
páginas fui evolucionando con ellas, fui viéndolas madurar, cambiar, crecer de
una forma natural y acorde con lo que estaban viviendo. La autora dibuja con
realismo cómo la invasión alemana afecta a la vida del ciudadano de a pie, cómo
han de enfrentarse a decisiones que pueden suponer la vida o la muerte,
de ellos mismos o de sus vecinos. En muchas ocasiones me he preguntado durante
la lectura, poniéndome sobre todo en el lugar de Vianne, que tras marchar su
marido al frente se queda sola con su hija pequeña, qué habría hecho yo, cómo
habría actuado, y es imposible llegar a una respuesta certera porque son las
situaciones extremas las que nos marcan en ese justo y preciso instante lo que
haremos. Esta forma de sentir se repite en numerosas ocasiones a lo largo de la
lectura ya que estamos ante una novela que te enfrenta continuamente a
esa pregunta: ¿Qué habrías hecho tú?
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Kristin Hannah |
A
través de las dos hermanas y del resto de personajes secundarios, veremos cómo
actúa cada uno ante el horror que le ha tocado vivir. Conoceremos incluso cómo
algunos soldados nazis vivieron su posición de poder, pero “El Ruiseñor” nos
traslada sobre todo cómo a pesar del miedo muchos decidieron no conformarse y
luchar con sus pocas armas contra el invasor y desde la clandestinidad. Es
precisamente en la Resistencia Francesa donde las mujeres tuvieron un papel muy
importante y así la novela es un homenaje a todas esas mujeres
valientes que no necesitaron ir al frente para luchar contra el enemigo,
incluso no solo las mujeres que colaboraron directamente con la Resistencia,
sino también a todas aquellas que desde la miseria de su hogar destruido
plantaron cara al enemigo porque el hecho de sobrevivir un día más al
horror y seguir soñando con un futuro de paz es también una forma de lucha.
Junto
al fantástico dibujo de los personajes destaca una magnífica ambientación como
otro de los puntos fuertes de la novela. La autora dibuja con esmero el
ambiente que se vivía en las calles tanto de una gran ciudad como París, como
en una población pequeña en la que todos se conocen como es Carriveau. La
opresión de tener al enemigo en casa, el hecho de conocerse todos los vecinos y
saber quién es judío, quién comunista… Al desconcierto de los franceses por la
actitud de sus gobernantes ante la ocupación alemana, se unen el miedo y la
incertidumbre, la desolación y la impotencia, que se instala en las vidas de
todos ellos y que son descritos con acierto por parte de Kristin Hannah. Las
calles con edificios derruidos por los bombardeos, la escasez de alimentos, el
hambre, el frío…
Y a
pesar de todo lo triste, desolador y cruel de la historia que leemos, la autora
derrocha ternura al escribir e incluso en medio del horror Kristin
Hannah es capaz de construir pasajes hermosos con una prosa evocadora. Con
una estructura basada en capítulos cortos narrados en tercera persona,
alternándose con unos pocos capítulos que viajan al presente en la voz de una
anciana enferma, pero llena de vitalidad, que utiliza la primera persona en la
narración, “El Ruiseñor” es una novela ágil que atrapa desde el primer
capítulo con un ritmo cadencioso que no deja de crecer conforme se
avanza en la lectura. Las páginas fluyen ayudadas, además, por la
alternancia de las dos historias paralelas, aunque en más de una ocasión se
cruzan, de Vianne e Isabelle. Esas dos hermanas tan distintas y tan similares
al fin y al cabo.
Amor,
pasión, terror, dominación, crueldad… son tantas las emociones y sentimientos
que encontramos en “El Ruiseñor” que sería imposible enumerarlas todas. Hay
lugar también en la novela para hablar de las relaciones paterno-filiales y las
relaciones entre hermanos porque un terrible pasado lastra las vidas de Vianne
e Isabelle, huérfanas de madre desde niñas y casi abandonadas por un padre,
Julien, que no superó el dolor de la Primera Guerra Mundial y el posterior
fallecimiento de su mujer. Otro gran protagonista también Julien que, aunque
secundario, sorprende con un perfil más complicado del que aparenta en un
principio y depara al lector algunos de los momentos más emotivos de la novela.
Y
momentos emotivos hay muchos a lo largo de las más de quinientas páginas de “EL
Ruiseñor”, pero es en las cien últimas donde se concentran la mayoría. Cien
últimas páginas con una tremenda carga emocional que no me
avergüenzo de decir que leí sin poder parar de llorar. No unas lágrimas que se
escapan por la emoción. No. Llorar, llorar. Tener que parar para respirar
porque sentía que me ahogaba. Llorar con una inmensa tristeza. Y llorar
desbordada por la emoción que solo un momento de dicha puede deparar.
En
definitiva, creo que queda claro que no puedo más que recomendar la lectura de
“El Ruiseñor”. Una novela con unos personajes inolvidables, magníficamente
construidos, con dos protagonistas que brillan por sí solas. Una historia
fascinante y muy humana sobre la guerra, la vida y el amor.