Han transcurrido meses, aún corrían los días del desapacible febrero cuando me sumergí en la lectura de la última novela de uno de mis autores de referencia. Mi pereza reseñadora me impidió transformar en opinión escrita las mil notas que tomé, esas que hoy retomo para hablaros de Nadie en esta tierra.
El villano
protagonista de Nadie en esta tierra no se hace esperar. Lo encontramos en el
prólogo y ya desde esas primeras páginas se perfila como ese personaje inquietante
que, en primera persona e interpelando directamente al lector, irá
entrometiéndose en la novela para hacernos partícipes de su peculiar y
perturbador punto de vista.
No hay villano
sin antagonista y este es el inspector Julián Leal. Hace muchos años que se
marchó de la aldea gallega en la que nació, pero apartado del cuerpo de policía
con un expediente disciplinario, pendiente de causa penal, y con el reciente
diagnóstico de una grave enfermedad, sabe que ha llegado el momento de regresar
y hacer las paces con su pasado. El reencuentro con su cuadrilla de la infancia
se tiñe de luces y sombras cuando algunos lo reciben con hostilidad manifiesta.
Una narración en
dos tiempos viajando desde la Barcelona de 2005, donde se desarrolla el nudo de
la novela, hasta una perdida aldea en la costa gallega en 1975, son los dos
escenarios en los que el autor sitúa a un puñado de personajes en los que,
como viene siendo habitual en todas sus historias, los buenos no son tan buenos,
y los malos, aún siendo muy malos, llegan a mostrarnos incluso algo parecido a
un corazón capaz de sentir emociones que a cualquier otro ennoblecerían.
De nuevo el
pasado se perfila como el motor que mueve a unos protagonistas que, a lo
largo de un camino de culpa y expiación, no encuentran la forma de aligerar su
peso y comenzar a soltar un lastre que marca su presente y condiciona su
futuro. Y es a través de este ajuste de cuentas con el pasado con el que Víctor
del Árbol aborda el tema principal de Nadie en esta tierra que no es otro que el
significado del poder, ese que otorga impunidad al que lo posee.
No suele ser
fácil leer a Víctor del Árbol y no lo es desde luego en esta novela en la que
nos invita a acompañar a un inspector que ya no tiene nada que perder y que
busca hacer justicia sea cual sea su precio.
Yo también la leí hace varios meses, concretamente en marzo, pero si hubiera esperado hasta hoy para escribir la reseña, no sé si hubiera podido a pesar de las notas. Mi memoria no da para tanto. Junto con El hijo del padre es la que más me gustó. Hasta El hijo... tenía yo mis más y mis menos con este autor, pero creo que ya me ha terminado de conquistar.
ResponderEliminarUn beso.
Todavía no he leído nada de Víctor, pero me gustaría probar algún día ^^
ResponderEliminarNo me importaría leerla, pinta interesante esta historia. Besos
ResponderEliminarEste autor siempre es una elección más que recomendada, esta novela no la he leído así que tomo nota, gracias por la reseña
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