Me gustó mucho
La maniobra de la tortuga, su ambientación, su trama… pero sobre todo me gustó
su protagonista, Manuel Bianquetti. ¡Qué gran personaje! De esos que estás
deseando volver a encontrarte. Afortunadamente Benito Olmo no nos hizo esperar demasiado,
o será que estos dos años se me han pasado volando, pero os digo desde ya que
si la anterior me gustó, ésta me ha encantado. Hoy os hablo de La tragedia del
girasol.
Mi opinión
Bianquetti,
suspendido de empleo y suelto tras lo acontecido en La maniobra de la tortuga, se
dedica a la investigación privada como única alternativa para subsistir.
Mientras se ocupa del encargo de localizar a una prostituta le llega una
propuesta de una empresa de seguridad a través de un antiguo compañero. Su
misión, proteger a un adinerado empresario de visita en la ciudad. Pero lo que
aparenta ser un trabajo sencillo termina complicándose más de la cuenta con una
serie de asesinatos que indican que en este trabajo se esconde algo mucho más
oscuro. Para colmo de males una bellísima mujer, una auténtica mujer fatal, se
encuentra en el meollo de la tragedia y no hace nada más que complicar las
cosas a nuestro querido Bianquetti.
Un protagonista
que sigue creciendo y al que, a pesar de su irreverencia y su constante
impertinencia, es imposible que no le cojamos cariño todos aquellos que hemos
descubierto el corazón que se oculta tras este hombretón de más de dos metros
de altura. Bianquetti es uno de esos
personajes que llegan y nos conquistan, creando una cierta dependencia en
el lector que no ha terminado aún la última novela de Benito Olmo cuando ya
está pensando en la siguiente. Junto a él nos reencontraremos con algunos conocidos
de la anterior entrega, pero todo un elenco de nuevos personajes llega para
hacer de La tragedia del girasol una novela que te atrapa en las primeras
páginas y no te da un respiro hasta que llegas al final. Para ello no necesita
de un ritmo vertiginoso, sino que avanzando sin prisa, pero sin pausa, Benito Olmo nos agarra de la mano y nos
mete en su novela para que junto con su protagonista vivamos y sintamos en cada
una de sus páginas todo lo que vive
y siente él.
Junto a este
carismático protagonista, que por sí solo podría sostener la novela, realismo y coherencia son las señas de
identidad de esta novela policíaca de corte clásico en la que el autor
vuelve a hacer gala de su buen hacer a la hora de tratar con mimo y fluidez las
relaciones que se establecen entre los distintos personajes y en la que trata
con delicadeza y acierto, sin cargar las tintas, temas tan difíciles con la
soledad, el miedo y la vida en la calle. Benito
Olmo no solo sabe servir a los lectores tramas atrayentes, sino que tiene la
capacidad de transmitirnos a través de las palabras todo un cúmulo de sensaciones
y emociones que hacen de la lectura una experiencia aún más completa.
De nuevo las
calles de Cádiz y otros lugares de la provincia cobran protagonismo para
mostrarnos una imagen muy alejada de clichés con playas y carnavales, llevando
al lector por escenarios que resultan reconocibles en cualquier ciudad y construyendo
así una trama que, además de bien hilvanada, resulta real y verosímil, tocando
temas de candente actualidad como el narcotráfico, la corrupción y la
prostitución. Y es que La tragedia del girasol es una novela policíaca que
Benito Olmo construye con pericia a través de una trama muy bien urdida que el autor cierra tras varios giros
narrativos espectaculares, de esos que te dejan con la boca abierta sin
necesidad de sacarse ningún conejo de la chistera, conduciendo al lector hasta un desenlace limpio y sin fisuras, con
momentos y escenas realmente espectaculares conforme nos acercamos a ese
final. Todo ello nos lo sirve el autor con una prosa sencilla, fluida y muy
visual, con abundancia de diálogos que destacan por su naturalidad y con las
descripciones justas y muy acertadas para situarnos en los escenarios, con una mención especial a las escenas de acción
que el lector podrá “ver” mientras lee.
En definitiva, La tragedia del girasol es una magnífica
novela policíaca de corte clásico con la que Benito Olmo demuestra que
sigue creciendo y madurando como autor y que sin duda ha venido para quedarse
en nuestro panorama literario. Si aún no os habéis animado con sus letras hoy
debéis llevaros dos recomendaciones, aunque ambas novelas pueden leerse de
forma independiente. No puedo terminar la reseña sin hacer mención al adecuado
título de la novela cuyo metafórico significado da una vuelta de tuerca a lo
leído tras finalizar la lectura.