Dos
meses ya de 2017 y todavía no se había asomado por aquí ninguna novela
histórica a pesar de ser uno de los géneros con los que más disfruto. Pero hoy
ya toca y lo hago con una novela muy amena, Carolus.
Sinopsis
Carlos
III llega a Madrid a ocupar el trono de España con ideas ilustradas y
modernizadoras. La ciudad del «agua va», sin aceras y falta de luz, se
transforma: las calles se asfaltan y se crean normas de higiene y seguridad. El
famoso arquitecto Francesco Sabatini levanta edificios emblemáticos, como la
Puerta de Alcalá, y finaliza el Palacio Real. El Salón del Prado se llena de
fuentes, entre ellas, la de Cibeles.
A
esta ciudad de cambios asoman dos parejas, la de los granadinos Lorenzo de
Elvira y Gil López y la de las burgalesas Dorita y la marquesa de Valdivielso.
El destino los llevará a enredar sus vidas, complicadas por el amor, mientras
son testigos de los cambios que experimenta la España ilustrada aún heredera de
la picaresca y del engaño. En este Madrid nada será lo que parece. Marquesas
que se enamoran de criados, hijos con dos padres, amantes que huyen por las
ventanas… todo es posible en esta novela, incluso presenciar el Motín de
Esquilache.
Con
Carolus recorreremos el amplio reinado de Carlos III. El que sigue siendo «el
mejor alcalde de Madrid» tuvo un carácter cercano y dócil pero firme en sus
propósitos de ilustrar a sus súbditos. Carolina Molina nos narra con pericia
los cambios sociales, las modas en el vestir y las costumbres que asoman al
siglo XVIII, con situaciones divertidas e inesperadas.
Una
novela que conmueve y obliga a la sonrisa, tan necesaria en estos tiempos de
crisis.
Mi opinión
La
llegada al trono de Carlos III supuso para Madrid el inicio de una época de
grandes cambios. El monarca, procedente de Nápoles, se encontró con una ciudad
sucia, maloliente y convertida en un auténtico caos urbanístico. Su
embellecimiento, modernización y saneamiento fueron algunos de los principales
objetivos de este monarca ilustrado que se rodeó de ministros y colaboradores
de la misma línea de la Ilustración propia de la época para llevar a cabo una
serie de reformas que abarcaron todos los ámbitos del reino.
Comienza
así Carolus, una novela de ficción histórica en la que Carolina Molina se vale
de algunos personajes ficticios para trasladar al lector con rigor histórico,
de forma fidedigna y con grandes dosis de humor, un retrato de la sociedad
española del siglo XVIII. Estos personajes son principalmente Marina, marquesa
de Valdivieso, de origen burgalés; Dorita, su dama de compañía y amiga; Lorenzo
de Elvira, dibujante granadino; y Gil López, su criado. Todos ellos dejarán
atrás su pasado provinciano para trasladarse a Madrid y, cada cual a su manera,
labrarse un futuro en la capital del reino.
Estos
personajes ficticios se combinan a la perfección con los personajes históricos
reales que se pasean por las páginas de Carolus. Marina, Dorita, Lorenzo y Gil
convivirán con Esquilache, por ejemplo, encargado de tantas reformas en aquel
Madrid sucio y maloliente que encontraron a su llegada, aquel Madrid en el que
el “agua va” era el pan nuestro de cada día y pobre de aquel que no se apartara
a tiempo de esquivar esas aguas por las calles. Pero es sin duda al monarca el personaje
histórico que mejor perfilado encontramos en Carolus. Carlos III se nos
presenta como un rey cercano, preocupado por mejorar la vida de sus súbditos.
Un rey austero que huía de grandes lujos y se escapaba a cazar en cuanto tenía
oportunidad pues también las jornadas de caza las aprovechaba en reflexionar
sobre su labor. Un rey que en los momentos delicados, como el famoso Motín de
Esquilache, supo tomar las decisiones más adecuadas.
Carolus
es también, no podía ser de otra forma, un paseo por Madrid, por sus calles y
por algunos de sus grandes monumentos y emblemáticos edificios que datan precisamente del reinado de
Carlos III. De esta forma asistiremos al nacimiento de la Puerta de Alcalá, de
la Cibeles, de Neptuno, del Jardín Botánico, del actual Museo Reina Sofía, antes
Hospital General de Madrid… Tantos y tantos monumentos y construcciones que Carolus se convierte en una perfecta guía turística y cultural por esta ciudad que lavó su cara
y modernizó su imagen gracias a este monarca conocido como el mejor alcalde de
Madrid y para quien trabajaron arquitectos de renombre de la época como Sabatini,
Ventura Rodríguez y José de Hermosilla.
A
través de un narrador omnisciente la autora traslada al lector, sin abrumarle,
la que sin duda ha sido una intensa labor de documentación que se aprecia no
solo en los hechos históricos relatados, sino también en la descripción de
escenarios, las formas de vida y la contextualización política y social del
momento. Incluso el lenguaje es el de la época por lo que son numerosos los
vocablos y las expresiones que sorprenderían en los diálogos actuales, pero que
quedan perfectamente engarzados en la prosa clara y concisa de la autora que
hace gala de un estilo fluido y desenfadado, en el que las notas de humor se suceden para dibujar una sonrisa en el lector.
En
definitiva, no puedo más que recomendar la lectura de Carolus. Una entretenida
e instructiva novela de ficción histórica con la que he disfrutado de principio
a fin y con la que a través de una fantástica ambientación pasearemos por las
grandes obras que este monarca dejó para la posteridad en Madrid.