Portadas que entran por los ojos. ¿No os sucede a veces? A mí me
ocurrió con esta novela y la lectura de su sinopsis terminó de animarme porque
me evocó rápidamente una novela fresca de esas que a veces tomo como un
tentempié entre lecturas más densas. Hoy os hablo de Amantes modernos.
Sinopsis
Elizabeth, Andrew y Zoe han
sido amigos desde la época de la universidad, cuando formaban parte de una
banda punk. Han seguido en contacto mientras se casaban y formaban familias,
siempre intentando aferrarse a las identidades de su juventud. Pero nada
envejece más que verse de pronto obligado a dar el relevo a tus propios
vástagos...
Ahora, a punto de cumplir los
cincuenta, todos viven en el mismo barrio, el ahora aburguesado Brooklyn. La
aparente tranquilidad de sus vidas se ve trastornada el verano en que sus hijos
alcanzan la madurez (y empiezan a acostarse juntos), un tumultuoso proceso en
el que salen a la luz secretos y revelaciones acerca de ellos mismos y del
cuarto y más famoso miembro de la banda, cuya desaparición los marcó para
siempre.
Mi opinión
Los años han pasado, ya no son aquellos jóvenes que junto a la ya
fallecida Lydia formaron un grupo punk en su época universitaria, pero
Elizabeth, Andrew y Zoe siguen conservando su amistad e incluso son vecinos aún
del mismo barrio donde compartían casa. Zoe se casó, montó un restaurante de
éxito con su pareja y tuvo una hija. Elizabeth y Andrew, pareja desde jóvenes,
también son padres de un hijo y mientras Elizabeth está satisfecha con su
trabajo como agente inmobiliario, Andrew sigue buscando su lugar en el mundo,
al menos el profesional. Sus problemas son los típicos de cualquier persona que
ha pasado los 40 años y tiene responsabilidades tanto familiares como
personales, pero la aparente paz que todos ellos parecen vivir se trastocará
cuando sus hijos dejen de ser unos niños y el pasado vuelva a ellos de una
forma que jamás esperaron.
Amantes modernos es una novela llena de sentimientos, de recuerdos
y de secretos. Destaca en ella la contraposición que realiza la autora entre el
amor en la madurez y el amor en la juventud, no exento el primero de cierta
nostalgia por la espontaneidad, en ocasiones cercana a la imprudencia, y
frescura del segundo. Y es que los hijos de estos amigos de juventud se
enamoran como solo lo pueden hacer dos adolescentes y a través de ellos Emma
Straub muestra al lector la frescura que impregna toda la novela para tratar
temas trascendentales que a todos nos afectan con un toque de humor que quita
hierro a los problemas que diariamente nos atenazan.
Me ha gustado el trazado de los personajes que realiza la autora.
Por muy alejados que puedan parecer de nuestra propia experiencia, Emma Straub
dota de vida a sus protagonistas y los hace cercanos y reconocibles para el
lector, podremos no compartir sus actitudes y decisiones, pero sin duda nos
pondremos en su piel y entenderemos que actúen como lo hacen. Especialmente
identificada me he sentido con esos padres que se preguntan cómo su bebé se ha
convertido en un adolescente. Desconozco si Emma Straub es madre o no y si lo
es, qué edad tendrán sus hijos, pero describe a la perfección esos sentimientos
de mirarse al espejo y casi no reconocerse en la edad que uno tiene, en mirar a
tu hijo y parecer que fue ayer cuando aún lo acunabas en tus brazos o salía
corriendo hacia a ti en cuanto te veía aparecer.
La nostalgia por la juventud, por los años que han pasado sin
darte cuenta, impera a lo largo de toda la novela, y la inquietud e incertidumbre
por el futuro son los ejes de este libro en el que Emma Straub derrocha sentido
del humor y buen hacer. Su prosa es clara y sencilla, con un lenguaje cuidado y
un estilo desenfadado no exento de elegancia que derrocha empatía a la hora de
trazar a sus personajes tanto a los más maduros como a los jóvenes, juntos a
los cuales asistimos a la difícil transición hacia la madurez.
En definitiva, me ha gustado leer Amantes modernos. Es una novela
fresca que dentro de su aparente ligereza toca temas que pueden interesarnos a
todos ya que la autora al fin y al cabo nos habla de la vida cotidiana, esa en
la que todos habitamos.